OLATZ HERNÁNDEZ-EL CORREO

  • El filósofo vasco publica nuevo libro y advierte sobre la estrategia de Bildu y de que «el proyecto totalitario de ETA sigue vivo»

Al morir su mujer, el filósofo Fernando Savater (San Sebastián, 1947) se refugió en las columnas de opinión y en ellas encontró un formato en el que se sentía cómodo. Libre. Ahora publica ‘Solo integral’ (Ariel), una selección de cien de sus mejores textos a los que el autor ha dado una vuelta de tuerca. El separatismo, ETA, la izquierda, la derecha, los populismos… Nadie sale indemne, ni siquiera él.

– ‘Solo integral’ es una modalidad de escalada.

– Se hace sin cuerdas, solo con la fuerza de los dedos. A veces me imagino que escribir es un poco eso, ya que no tienes ningún apoyo. Me siento como un escalador solitario.

– Los textos que recopila, algunos de 2015, están de rabiosa actualidad.

– Las columnas son un material muy perecedero, pero yo he intentado buscar aquellas que sí tienen una entidad mayor. Además he escrito un comentario actualizándolas y diciendo si acerté o no con mi pronóstico. Algunas de ellas, sobre todo las que tenían un tono optimista, estaban equivocadas. Con las pesimistas, en cambio, sí que he acertado.

– La izquierda política no sale bien parada en esta revisión…

– La columna siempre la he pensado como un género para ir en contra del poder y ha coincidido que cuando las hice había un gobierno de izquierdas. Aparte de eso, desde la Transición, la izquierda ha variado mucho y para peor.

– Explíquese.

– La primera izquierda era universalista y social, con personalidades como Marcelino Camacho y Santiago Carrillo. Yo he estado en la cárcel con Camacho y recuerdo que el discurso más emocionante que se hizo en defensa de la Constitución del 78 lo hizo él. Hoy, en cambio, todos los mindundis de la izquierda compiten en oponerse a la Constitución. El giro hacia el populismo comenzó con Zapatero y, ahora, me parece que el Gobierno de Sánchez y compañía ha reunido lo peor de cada casa.

Polarización

«Entre Abascal e Iglesias, me quedo con el primero pero no votaré a ninguno»

– El país parece estar dividido entre izquierda o derecha. No valen medias tintas.

– Lo digo en mi libro, parece que si no eres de izquierdas eres un fascista y eso solo pasa en España. En cualquier otra parte hay demócratas de izquierdas y de derechas. Aquí, aunque seas de derechas, tienes que hacer cosas que parezcan de izquierdas.

– ¿No hay espacio para el centro en España?

– Yo siempre he defendido que sí. He votado a opciones ilustradas, moderadas y centristas que defienden que es necesaria una socialdemocracia con toques liberalistas.

– De hecho, a lo largo de su vida, ha votado al PCE, a UPyD, Ciudadanos…

– Yo en la época franquista era antisistema porque estábamos en una dictadura. Luego, en democracia, he estado próximo a posturas ácratas, al socialismo libertario… Y poco a poco me he ido decepcionando.

– ¿Ve necesaria una regeneración política?

– Echo de menos algunos de los políticos que había antes y creo que debería aprovecharse a algunos de los que hay ahora. Lo que pasa es que la gente más interesante suele tropezar con su propio bando. Le ha ocurrido a Cayetana Álvarez de Toledo, que es lo mejor que le ha pasado al PP en mucho tiempo, y es lo que parece que están intentando hacer con Ayuso. Eso demuestra que cuando aparece una personalidad carismática y potente, en su partido no lo ven con mucho entusiasmo.

– ¿Qué me dice de Yolanda Díaz?

– Tampoco ha despertado mucho entusiasmo entre sus compañeros. Además, sus planteamientos me suenan a lo que ha sido siempre el comunismo y eso no es precisamente lo que necesita una sociedad moderna.

La «amenaza» de Vox

– Critica que la izquierda utiliza la «amenaza» de Vox para seguir cosechando apoyos.

– Siempre que se habla de extremismo se identifica con la derecha, como si no hubiera una extrema izquierda. Vox tiene apoyos, pero ni mucho menos comparables a los de Podemos, que es un comunismo clásico a la boliviana. Las dos son opciones extremas y puede que ambas indeseables, pero a la extrema izquierda la tenemos ya en el Gobierno.

– Entre Santiago Abascal y Pablo Iglesias…

– Me quedo con Abascal. Lo conozco desde joven y hemos estado juntos en ‘¡Basta ya!’. Normalmente a la gente la juzgo por dónde estuvo en los años en los que había que arriesgar el pellejo para enfrentarse al terrorismo, y ahí Santiago estuvo donde había que estar, en la lucha frente a ETA y frente al nacionalismo. Iglesias, en cambio, estaba coqueteando en las herriko tabernas con los otros. Eso sí, cuando llegue la hora de votar, no lo haré a ninguno de los dos.

– ¿Qué opina de la declaración de Arnaldo Otegi en Aiete?

– Es un revestimiento con fines políticos. El proyecto totalitario y excluyente de ETA sigue ahí y ese es el verdadero peligro. La idea de que el País Vasco solo será libre cuando logre la independencia es lo que ha llevado a la violencia y esa idea sigue ahí, como si hoy en día los vascos no fueran libres.

Líos en el PP

«La gente más interesante, como Álvarez de Toledo y Ayuso, suele tropezar con su bando»

– En su libro dice que «ETA no está bien enterrada».

– ETA es un movimiento político que ha utilizado la violencia. Dejó de utilizarla no porque Zapatero y Eguiguren se pusieran de acuerdo con Otegi, sino por la Guardia Civil y los jueces y porque Francia dejó de apoyar el santuario que tenían los etarras.

– EH Bildu ha pactado los Presupuestos Generales del Estado con el PSOE y ahora también las Cuentas vascas con el PNV.

– El Gobierno ha pactado y ha dado un peso político grande a los continuadores de ETA. Lo dijo el propio Otegi: ‘Si para sacar a nuestros presos tenemos que votar a favor de los Presupuestos, lo haremos’. La maniobra es clara.

– En sus columnas también carga las tintas contra los separatistas.

-Es la postura más reaccionaria que hay en la democracia actual.

– ¿Qué opina de los indultos a los presos del ‘procés’?

– Demuestra que no se tomaron en serio los delitos. Que aquellos que estaban en posiciones institucionales se volvieran contra el poder… Es un delito muy grave. Y dio la sensación de que todo era un mero trámite.