Un éxito coral

IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

Después de 15 años sin acuerdos y tras demasiados meses de declaraciones arriscadas y contradictorias, los agente sociales lograron ayer un acuerdo que ratificará el Gobierno en el Consejo de Ministros a celebrar en la próxima semana. Constituye una excelente noticia que debería tranquilizar y satisfacer a todos, porque despeja incertidumbres y aporta estabilidad. Los empresarios evitan la derogación anunciada de la reforma del 2012 y logran mantener la flexibilidad necesaria para garantizar la acomodación de sus plantillas a los cambios constantes de la coyuntura. Los sindicatos, por su parte, salvan una parte de la ultraactividad, ponen límites a la temporalidad y recuperan la supremacía de los acuerdos sectoriales, que es lo que les gusta a las cúpulas al darles poder y capacidad de acción.

El Gobierno podrá presentarse en Bruselas con un acuerdo firmado por todos, algo que no consiguió con las pensiones, y habilita la disposición de nuevos fondos europeos, imprescindibles para iniciar la recuperación necesaria. A cambio, claro, de incurrir en una nueva y enorme trola a sus seguidores, a quienes prometió la derogación de la reforma en su programa electoral; a sus coaligados, a quienes les firmó que lo haría en el programa de Gobierno; y a varios de sus socios, como Bildu, con quienes se comprometió a hacerlo. Creo que es la primera vez que Pedro Sánchez le hace un favor al país al reventar una de sus promesas estelares.

Ahora se abrirá un debate, bastante inútil por cierto, acerca de quién ha ganado el pulso. La patronal se enfrentará a las críticas del PP y de Vox, incapaces de reconocer la bondad de un acuerdo que ha contado entre sus principales muñidores a la propia Fátima Báñez, la ‘madre’ de la reforma anterior. Y ya se ha enfrentado a la incomprensible abstención de una parte de sus asociados. ¿Se abstienen porque les da igual o porque esperaban y exigían ganar por goleada abultada? Los sindicatos sentirán la presión de sus colegas no representados en la mesa de negociación y recibirán críticas feroces de los sindicatos nacionalistas, que buscan la confrontación con todos y en todas las empresas. Todas ellas son señales inequívocas de que el acuerdo es bueno y equilibrado. Un éxito en el que dos vascos, Antonio Garamendi y Unai Sordo, han jugado un papel fundamental.

Ahora hace falta que también sea útil, limite la destrucción de empleo provocado por esta pandemia que no cesa y habilite la creación de nuevos puestos de trabajo, necesarios para reducir nuestras insoportables tasas de paro. Será la prueba del algodón de su utilidad.