JUAN CARLOS VILORIA-EL CORREO

  • Las cesiones que le ayudan a seguir en el poder le llevan a perder elecciones

A más sanchismo, más derechismo. Esa ecuación ya no tiene discusión. El sanchismo, entendido como política de alianzas sin complejos para mantenerse en el poder con los extremos del nacionalismo y la izquierda populista y republicana, produce monstruos. Como en ‘Los Caprichos’ de Goya. Garantizar la estabilidad presidencial en La Moncloa requiere alianzas que conllevan la intensificación del antisanchismo sociológico. En el momento álgido del ‘pacto Frankenstein’, Díaz Ayuso obtuvo más diputados que la suma de las tres fuerzas de la izquierda madrileña y ahora el bloque de la derecha en Castilla y León ha conseguido catorce escaños de diferencia con el de la izquierda. Ya no le puede caber duda a Sánchez. Las alianzas y cesiones (indultos, fondos, presos, Casa Real) que le ayudan a seguir en el poder son precisamente las que le llevan a perder las elecciones.

Y otra lección de los comicios autonómicos ganados por el PP: que las opciones localistas, vaciadas, coyunturales, con vocación de bisagras, se disparan cuando el precio del escaño sube más que la luz porque puede significar el poder o la oposición. Cuando la manguera del dinero público está suelta y otros están llenando el capazo surgen siglas con vocación de gozne por doquier. La misma soga con la que Sánchez se aferra al poder gratificando los apoyos, por minúsculos que sean, es la que paradójicamente vacía de votos a la sigla socialista. El ejemplo de las elecciones en Castilla y León, con la implosión de los votos localistas en Ávila, Soria y León directamente detraídos de su caladero, no deja lugar a dudas. A ver si Sánchez se está ahorcando con su propia soga.

El caso de Podemos ofrece otra paradoja. En la medida en que el PSOE ha ido derivando hacia los postulados de Podemos y asumiendo sus rasgos ideológicos en educación, memoria histórica, ideología de género, republicanismo nostálgico, antieclesial, ha evitado el ‘sorpasso’ y desmoronamiento de la sigla. Pero, simultáneamente, su socio le está vaciando de los votos necesarios para seguir soñando con mantener el acuerdo. Otra vuelta de la misma soga que ahora le aprieta. La polarización política, con la derecha a niveles de ‘o mansos o fachas’, ya no parece funcionar como en los primeros años del sanchismo, lo que puede hacer recalcular la ruta a La Moncloa. Casi parece que debería apostar por lo contrario. Un pacto tácito con el PP para que gobierne el más votado. En todas las instituciones. Abstenerse en la investidura de Mañueco para que éste no pacte con Vox podría frenar la tendencia y abrir una nueva etapa para neutralizar las bisagras de derecha y de izquierda. Pero, por su parte, debería romper las alianzas con ERC y Bildu.