PABLO MARTÍNEZ ZARRACINA-EL CORREO

  • El Gobierno se acerca a Marruecos e impulsa un gran acuerdo inaudito, solo que en su contra

Ha sido la repentina decisión de abandonar la neutralidad respecto al Sáhara y apoyar la autonomía marroquí de la excolonia lo que ha indignado a la oposición, a los socios del Gobierno y a los apoyos parlamentarios del Gobierno. Todo el Congreso excepto el PSOE está furioso. Y en el PSOE Odón Elorza está triste al recordar «las noches mágicas de sueños y amistad con un cielo lleno de estrellas sobre los campamentos saharauis». Mientras Elorza lamenta lo de las estrellas, la gente del Sáhara se ve traicionada y la de Ceuta y Melilla, invadida. El desaguisado es tan enorme que hace pensar que detrás solo puede haber una jugada maestra. Pero maestra en serio. Una que reorganice el Mediterráneo occidental, transforme en un socio fiable al rey de Marruecos, traiga a Biden a veranear a Cádiz, convierta la Península en la entrada de gas a Europa y proporcione a cada hogar español una bandejita mensual de ghribas de sésamo y pasas sultanas.

La hipótesis del plan maestro requiere de la implicación de Argelia y justificaría el secreto por la sofisticación de la geopolítica. El problema es que en Argelia parecen enfadados. Y ayer Felipe Sicilia salió a hacernos creer que si el presidente argelino ha llamado a consultas a su embajador es porque está tan ilusionado que quiere que le cuenten todo en persona. Madre mía, la sofisticación.

Aunque lo más increíble es que Podemos, tras certificar la traición a la causa saharui, y teniendo en cuenta también lo del postureo y los cielos estrellados, no deje de inmediato el Gobierno. Según parece, no lo hacen porque están tan en contra de Pedro Sánchez que prefieren quedarse dentro como represalia. Si el presidente termina cesando a los ministros morados, es probable que estos finjan no enterarse y fuercen una situación incómoda: los nuevos ministros teniendo que sentarse encima de sus antecesores, que siguen ahí, inamovibles no tanto en sus principios como en sus sillas.

OSAKIDETZA

Llegar tarde

La locución «cierto impacto negativo» suena mal, pero suave, con excepciones. Una de ellas es que se refiera a la supervivencia de los pacientes de cáncer de tu entorno. Ayer Gotzone Sagardui admitió en el Parlamento vasco que el parón que sufrieron los cribados preventivos durante la pandemia terminará teniendo una consecuencia inevitable: más tumores van a detectarse más tarde y tendrán por tanto peor pronóstico. En 2020 ya se detectaron menos tumores: 1.695 colorrectales y 202 de mama. Cuando las UCI estuvieron a tope, también hubo que retrasar la cirugía oncológica menos urgente. Nada de esto es nuevo, la idea se repitió con insistencia durante la pandemia. El problema no consistía solo en afrontar lo que implicaba el covid, sino también en que el resto de enfermedades no iban a desaparecer y se les estaba prestando menos atención -esto sí que suena fatal casi siempre- porque no había otro remedio.

AGUA

Buqué y bacteria

Entre todas las estupideces que se han puesto de moda en los últimos años, ninguna como la de beber agua sin tratar pensando que es natural y por tanto saludable y pagando por ello un precio absurdo. 15 euros el litro o piscina de bacterias. Esta idiotez nació en Silicon Valley, un lugar que concentra talento, pero solo para una cosa. Recordemos que el fuego es natural y no conviene incendiarse. También que, si la botella cuesta 15 euros, mejor que lleve una etiqueta reconocible y contenga alcohol fermentado o destilado, según los gustos.