ALBERTO AYALA-El CORREO

Hace ya tiempo que se adivinaba que, tres décadas después, el índice de precios al consumo iba a alcanzar los dos dígitos. Ya estamos ahí, casi, el 9,8% exactamente. Y, claro, han saltado todas las alarmas.

España y Portugal conseguían hace unos días que Europa aceptara considerarnos como una ‘isla energética’ a los efectos de poder limitar de manera temporal el precio del gas en el mercado mayorista, para forzar así también el descenso del precio de la luz, y frenar la crisis energética. Una salida más que airosa para Pedro Sánchez y para Antonio Costa tras fracasar en su intento para que la medida se aplicara en toda Unión. Ayer mismo ambos plantearon a Bruselas que el precio máximo al que las centrales de ciclo combinado puedan ofertar su energía en el mercado ibérico sea de 30 euros el MWh.

Esta semana el Gobierno de coalición ha destapado al fin sus propuestas anticrisis. Una receta no demasiado ambiciosa, en clave socialdemocráta, cuya medida estrella es una subvención temporal a todos los conductores de 20 céntimos de euro en el precio del litro de la gasolina, que viene unirse a las anunciadas para transportistas, agricultores o arrantzales. Amén de una limitación temporal de la subida de los alquileres y nuevos ERTE para las empresas que los necesiten, que temporalmente no podrán despedir, para incomprensible enfado de la CEOE.

Todas estas medidas podían haberse aprobado con anterioridad sin esperar a la cumbre europea. Si Sánchez no lo ha hecho y tampoco ha sido más ambicioso es porque nuestra deuda roza ya nada menos que el 120%, la inflación acaricia el 10% y es consciente de que Europa regresará al rigor presupuestario en 2023, lo que acarreará recortes.

Veremos el resultado. Sánchez tiene al menos el aval de los socios de investidura para que se convalide el real decreto que recoge estas medidas. Tiempos difíciles, sí. Pero de momento sin sobresaltos para la estabilidad del Ejecutivo. Y ya saben que contra el hambre no hay pan duro.

El PP, que este fin de semana entroniza a Alberto Núñez Feijóo como nuevo líder, se ha vuelto a quedar solo en su exigencia de que se bajen impuestos. Así, en genérico, sin concretar que tipos ni porcentajes. Algo a lo que, por cierto, Sánchez se comprometió en la última cumbre de presidentes autonómicos.

Y es que, ¿cómo va a renunciar Sánchez a recaudar para mantener y mejorar sus medidas sociales con la deuda que tenemos? Aun así, no descarten que en unas semanas acabe tocando a la baja el IVA de algunos productos para fomentar el consumo si el IPC sigue desbocado.

Arranca, pues, la era Feijóo y ya veremos si tiene éxito en su gran objetivo: volver a unir a todo el centro derecha. Por el camino que nadie se extrañe si hay elección, PP y Vox suman y se entiendan para apear del poder a las izquierdas. Contra el hambre, ya saben, no hay pan duro.