Pablo y sus derrotas

El espacio de Yolanda Díaz, por bautizarlo con la terminología de Sánchez, es el caos, aunque es un caos algo menos desordenado que el de Pablo Iglesias Turrión. A ver si nos entendemos. Es un clamor que la vicepresidenta segunda del Gobierno es la política mejor valorada de la izquierda, por más que uno no conciba esa razón. Yolanda está muy sobrevalorada por la opinión pública, por más que ella, con una honestidad inatacable no para de dar el cante con su lenguaje inclusivo: “los más débiles y las más débilas” reivindicó frente al presidente de Iberdrola el viernes pasado. La sobrevaloró en primer lugar Iglesias, que fue su proponente para el cargo que él dejaba vacante. Claro que ya se ha arrepentido, como Lucía Méndez de sus pasadas simpatías por él, pero en Lucía tiene un mérito, la confesión de un error, mientras Pablo Iglesias se afirma en su sinrazón actual como antes de ayer se afirmaba en la contraria.

El caso es que Iglesias estuvo estirando la cuerda hasta el límite horario fijado para presentar la candidatura. Y más allá, habría que decir, porque la Junta Electoral Ha decidido no aceptar la solicitud que firmaron los seis partidos (Podemos, IU, Mas País, Equo, Iniciativa del Pueblo Andaluz y Alianza Verde) por ser presentada mediante correos electrónicos  entre las 0:14 y la 1:17 horas del sábado, habiéndose cerrado el plazo a las 23:59.

Es preciso añadir que la negociación ha sido llevada en nombre de Podemos por Lilith Mañana-será-republicana, lo que viene a explicar el éxito de la misma, pero solo en parte, porque el fracaso lo completa el anterior vicepresidente sanchista, que en lo de fracasar ya había roto moldes cuando se remangó para bajar a la arena de las elecciones madrileñas hace un año. El motivo principal de la querella era la cabeza de la lista: Iglesias quería al guardia civil Juan Antonio Delgado Ramos que ejerce de diputado podemita por Cádiz. Yolanda quería a Inmaculada Nieto y al final se llevó el gato (o la gata) al agua. Los podemitas llegaron tarde a la rendición.

¿Quién podría confiar a esta chuma asuntos tan importantes de la gobernación de España como estos? Obviamente Pedro Sánchez, pero aparte de él no se me ocurre nadie. La coalición UP considera, en sentido contrario a la Junta Electoral, que el problema jurídico es fácilmente subsanable, pero eso es solo porque ellos siempre consideran los problemas jurídicos se disuelven en sus soluciones políticas. Tal vez consideren que sus candidatos podrían integrarse en las listas de la coalición, pero tendrían que ir sin siglas y sin poder percibir los fondos económicos que podrían corresponderles en caso de pertenencia plena. Ellos no tienen costumbre: los lectores recordarán que el cantamañanas Iglesias ha sido el único candidato que en la historia de la democracia española encabezó una lista plantando junto a su nombre su vero retrato.

Total, que el espacio de Yolanda es el caos. Cómo es posible reivindicar un frente amplio con dirigentes de frente tan estrecha es uno de esos fenómenos sorprendentes de la política en tiempos de Sánchez. Es lo que hay. Pablo Iglesias volverá a fracasar, como en las autonómicas de Madrid y como fracasará el verdadero responsable de todo este caraja cuyo destrozo en las instituciones españolas han relatado con minuciosidad el director de El Mundo y el columnista Camacho.