Otra chapuza

IGNACIO MARCO-GARDOQUI-El CORREO

Cuando no existen riesgos, resulta muy sencillo airear los principios y sacar en procesión los buenos sentimientos. Sin embargo, cuando los principios se enfrentan a los intereses, la cosa cambia. Lord Palmerstone, que fue Secretario de Guerra y de Asuntos Exteriores, lo explicitó de manera rotunda cuando aseguró aquello de «Gran Bretaña no tiene amigos ni enemigos permanentes, solo sus intereses son permanentes». El resto de los europeos somos más sutiles o quizás más timoratos y nos sentimos más cómodos en la ambigüedad. Se ve bien ahora, cuando los intereses y los principios se enfrentan a muerte (literal) en Ucrania. Ayudamos al invadido porque pensamos que tiene razón y creemos que defiende los principios democráticos que propugnamos. Pero nuestros intereses, y nuestras necesidades energéticas nos llevan a comprar gas y petróleo a Rusia, lo que le supone unos ingresos fabulosos que contribuyen a soportar su esfuerzo bélico.

La UE está convencida de que es necesario frenar las compras para que cese el flujo de dinero hacia el invasor. Pero no hay una postura común. El Parlamento europeo ha sido muy explícito y exigente. Claro. El Parlamento carece de competencias concretas y de responsabilidades específicas. El Consejo, que se enfrenta a la siempre ingrata tarea de gestionar la realidad, tan solo ha conseguido un cierto compromiso, plagado de excepciones, para cesar las compras de petróleo a fin de año, sin poder decir nada sobre el gas, más allá de pedir que deje de comprarlo… el que pueda. Eso, traducido, se convierte en algo así como ‘el que no le compre ahora gas a Rusia, que deje de comprárselo’.

Los partidos que se autodenominan progresistas suelen ser los más exigentes en los compromisos éticos. Ya, pero ¿cuál es el país más remolón frente a eso de dejar de comprar energía a Rusia? Alemania. ¿Por qué? Pues porque es el más dependiente de ella. Pero ¿quién gobierna ahora Alemania? Pues una coalición de socialistas y verdes. ¿Entonces? Lo que decía al principio, cuando los ideales teóricos se enfrentan a las necesidades prácticas, acostumbran a ganar las segundas. Y para que nadie se sienta avergonzado, a eso le llamamos ‘real politik’, que suena de maravilla y disipa todos los remordimientos. Por cierto, ¿tiene sentido que el tope del gas que iba a bajar los precios de la electricidad en España se retrasara hasta ayer porque el Gobierno, que lo introdujo en el debate europeo, haya enviado tarde a Bruselas el borrador de su propuesta? Otra chapuza.