ROSARIO MOREJÓN SABIO-EL CORREO

  • Macron olvida su neutralidad de jefe de Estado y agita el miedo a Mélenchon

En Francia, el camino de las legislativas está resultando un asunto de señales y falsas expectativas. La exhortación ‘¡que viene el lobo!’ no está referida en esta convocatoria a Marine Le Pen, sino a Nupes -Nueva Unión Popular Ecologista Social-, la alianza de izquierdas cerrada por Jean-Luc Mélenchon. Con un modo de escrutinio favorable a las fuerzas de centro, La República en marcha (LREM) y sus aliados en Ensemble! (¡Juntos!), suena a farsa tanta agitación por la amenaza de «una crisis institucional» si triunfa la unión de izquierdas. Pese al filtro del procedimiento electoral, atento a las últimas encuestas, Emmanuel Macron ha olvidado su neutralidad de jefe de Estado para implicarse en la estrategia del miedo al «desorden» y a los «extremos». Una suerte de salidas institucionales del presidente de la República no han sido suficientes ‘pretextos’ para movilizar el voto ni detener a Nupes. La abstención, un 52,5%, supera su marca de 2017 y la constitución de una mayoría absoluta para los macronistas no está garantizada. ‘¡Mélenchon, primer ministro!’ funciona. Las recomposiciones de la Asamblea Nacional y del Gobierno penden de la segunda vuelta, el domingo próximo.

A medida que el 12-J se acercaba, la angustia emergía en las filas centristas ante su descenso en los sondeos. ¿Y si la estrategia de congelación del debate terminara por dañar al presidente y se transformara en ‘accidente parlamentario’? El miedo a no obtener más que una mayoría relativa, que obligaría al consenso con otras familias políticas, parece una realidad ante el empate técnico entre Ensemble! (25,75%) y Nupes (25,66%).

Si, tradicionalmente, las legislativas aburren al electorado galo recién salido de la cita presidencial, esta «tercera vuelta» -nomenclatura del insumiso Mélenchon- ha sido apagada a conciencia. «Macron prosigue con su tentativa de matar todo debate democrático», protestan desde la extrema derecha de Reunificación Nacional (RN). «Desaparece, nombra un Gobierno idéntico con clones tecnócratas sin ninguna sustancia política…». El periodo de reserva ha exasperado a la oposición. Macron, acusan sus adversarios, ha maniobrado durante semanas con «la estrategia del cloroformo»: callándose la agenda y las orientaciones del segundo quinquenato ha eliminado las enganchadas con los contrincantes. Nada de dar pábulo a la reforma de la edad de jubilación, a la grave coyuntura económica; si acaso, buenas noticias como la revalorización de las categorías de los funcionarios… Más fricciones con los diplomáticos en huelga por todo el planeta, un ministro de las solidaridades acusado de violación, el Estadio de Francia envuelto en gas pimienta y una muerta en un control policial. La reaparición de Macron era obligada.

Frente a tanta prudencia, la notable excepción a la hora de batallar de Jean-Luc Mélenchon y Nupes. La coalición de La Francia Insumisa, Partido Socialista, Partido Comunista y Europa Ecología-Los Verdes ha dado sus frutos. «Batidos y derrotados», exclama el líder anticapitalista ante sus resultados en 600 circunscripciones. Es la primera vez en la V República que un presidente recién elegido no alcanza una mayoría de respaldo. «Franqueado el primer asalto», queda una semana para hacer posible «el programa de armonía entre humanos y naturaleza». Presto a gobernar, Mélenchon apela a los jóvenes para arrasar con sus papeletas el neoliberalismo galopante.

Pese a la desvitalización de la dinámica política, Nupes ha sabido colocarse en el centro de los debates con su grito de guerra: «Mélenchon, primer ministro». Al personalizar el escrutinio, los estrategas ‘insumisos’ han creado un desafío para los electores de izquierda: tomarse la revancha de la presidencial. Así, los focos siguen girando hacia Mélenchon y su llamada a ‘elegirle’ como primer ministro de cohabitación del presidente de la República.

Sin embargo, la personalización a ultranza puede volverse contra sus creadores. La perspectiva de un Mélenchon sustituyendo a la primera ministra Elizabeth Borne puede ser un acicate para un frente anti-Nupes en la segunda votación. La ‘macronía’ identifica ya un «Chávez galo» que terminará con la vida tranquila de todos los franceses. En su proyecto económico, buen número de especialistas aprecian dos peligros: un agravamiento del déficit comercial por aumento de las importaciones masivas y el riesgo de explosión de la deuda a niveles no tolerables por lo socios europeos.

El nerviosismo de última hora hace de Macron «el contrafuerte del caos geopolítico, ecológico, social que representan los votos extremos». El jefe del Estado no dudó en caer en la diabolización de Mélenchon y sus candidatos como un peligro comparable al representado por Le Pen: «Unos y otros proponen salir de la OTAN, una alianza con Rusia, una salida de Europa sin decirlo… Unos y otros debilitarán la unidad del país mediante enfrentamientos clase contra clase, religión contra religión, origen contra origen. El 19 de junio más vale elegir la República».

Sin un escrutinio proporcional integral -reforma prometida por Macron I-, en Francia por ahora gana la desafección cívica. Seria señal de desregulación democrática a cuidar por Macron II.