¿Johnson? ¡Sánchez!

JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • No te hagas el inglés, date cuenta de dónde estás y de lo que tragas

Para un mandatario heterodoxo y culto que quedaba en Occidente, va su tropa y lo fulmina. O deja su fantasma hasta septiembre, marchándose muy quedo y estatuario el inconfundible perfil de Boris Johnson, biógrafo de Churchill.

Aquí podemos hacer como que somos ingleses y juzgar en extranjeros términos al que se va, tan despacioso. O podemos ser quienes somos y formarnos una idea de las faltas de Johnson desde nuestra propia escala de valores, la que aplicamos a nuestros gobernantes.

Personalmente, prefiero lo segundo. Ya me hice el inglés a los veintitantos, comí durante un invierno en la Universidad de Londres, me corté el pelo a lo The Cure y visité ochenta veces el Museo Británico pensando por dónde accedería Karl Marx a la biblioteca. Acababa las tardes ante los frisos del Partenón esquivando a un faraón de granito que me miraba mal.

O sea, que sin tonterías y en plan español, esto es lo que veo: el primer ministro británico, yéndose moroso, paga y cae en desgracia porque unos colaboradores suyos se emborracharon y un diputado de su partido manoseó a dos hombres. Muy mal, por supuesto, reprobable, a quién se le ocurre. Vale. Y ahora dime: ¿crees que tales conductas de terceros conllevarían similar castigo para un presidente de gobierno español? ¿No es acaso nuestro criterio el de que cada palo aguante su vela? ¿Diputado que mete mano? ¿Aquí, en España? ¡Imposible! Anda ya. ¿Colaboradores fiesteros que acaban vomitando? ¿Cuántos quieres?

Tanta tontería ya, hombre. Abomina de Johnson por el Brexit si te place, aunque sin olvidar que fue lo que votó la mayoría. Tampoco vayas a dejarte lo importante: nadie en Europa (toda enterita) ha sido más solidario con Ucrania. Y don Boris sí que tiene un Ejército de verdad. Hablamos de la nación que declaró en el 14 la guerra a Alemania para defender a Francia. La que libró al Continente, contra pronóstico, de un futuro de bigotes recortados y cruz gamada en la solapa.

¿Cuántos jefes de Estado o primeros ministros han escrito una biografía aseada de alguien? Pues en la de nuestro hombre no solo está el erudito, eso es lo de menos: está el niño grande mirándose en el espejo del gigante.

Por eso te comento, no te hagas el inglés, date cuenta de dónde estás y de lo que tragas. En una balanza de lo reprochable, mira a ver qué memorial de agravios pesa más, el de Johnson, con sus dipsómanos y tocones, o el de Sánchez, a quien nadie le afeará jamás los excesos sexuales o alcohólicos de otro. Sánchez, subido a la Moncloa, pese a seguir cargado con este plomo en las alas:

«Hoy Euskadi y España son países libres», nos escupe indigno durante un supuesto homenaje a Miguel Ángel Blanco, mientras los fiduciarios de sus verdugos manosean el Estado y se aprestan a emborracharnos la memoria de la Transición. A Johnson lo han decapitado sus conmilitones; a Sánchez lo sostienen el cálculo, la infamia y el silencio.