- Ruedan cabezas. Después de Lastra le toca a Lola. Sánchez les dice adiós con su gélida sonrisa de ejecutor sin escrúpulos. Caerán más. El PSOE tiembla ante el comité del sábado. Huele a degollina
Sánchez, el presidente más feminista que vieron los tiempos, ha fumigado (despedido, defenestrado, dicho adiós…) a dos de las damas más preclaras de su cohorte en menos de veinticuatro horas. Adriana Lastra, número tres del partido, y Dolores Delgado, fiscal general del Estado, ¿de quién depende? Cumple de este modo con la tradición de hacer limpieza antes de las vacaciones. Ha convocado comité federal para este sábado, quizás al objeto de proseguir con la degollina. Algún cinéfilo de Ferraz ya le llama Antonio das Mortes o Cabezas cortadas, en homenaje a Glauber Rocha.
En política las cosas sólo son lo que parecen. «El vulgo se deja seducir por las apariencias». Maquiavelo. La semana arrancó con el posado de Monfragüe. Allí aparecía Sánchez en postura desafiante, brazos cruzados, quijada pétrea, sobre un océano de cenizas. Metáfora sobrevenida del escenario de cuatro años de sanchismo. Una España abrasada que Ignacia de Pano se encargó aquí de inventariar. Además, un efecto óptico convirtió la instantánea en un trampantojo priápico, homenaje sobrevenido al Depardieu de La última mujer. Todo un cuadro.
La visita a Extremadura, que se pretendía humanitaria y solidaria, derivó en carnaza para meme. Los estertores del sanchismo son una antología de pifias, la imagen misma del pato patagónico, cada paso una cagada. Por si algo faltaba en la aciaga jornada, sobrevino la renuncia de Adriana Lastra que adujo inauditos motivos personales. Sánchez la había sentenciado hace tiempo pero ignoraba la jugarreta. Le sorprendió la noticia mientras esquivaba los insultos de los paisanos en su paseo por los rescoldos extremeños. Todo fuera de control. El PSOE ha virado de partido golpista en 1934 a pandilla de pandereta en 2022. Ferraz es un circo y lo del puño y la rosa, pura quincalla. Hasta vuelve Patxi López. Y quizás, también, Lastra. Al tiempo.
Llevaron al Rey a inaugurar el trenecito chucuchú, que en principio presentaban como Ave, luego como ‘tren de altas prestaciones’ y finalmente quedó en modesto carricoche
En tan penosa jornada, no podía faltar el pasaje de la rechifla a la Corona. Llevaron al Rey a inaugurar el trenecito chu-cu-chú, que en principio presentaban como Ave, luego como ‘tren de altas prestaciones’ y finalmente quedó en modesto carricoche. Los pacientes vecinos de la región, que llevan 22 años esperando el milagro, reaccionaron con enojo ante la la afrenta y pusieron de chupa de dómine a Fernández Vara, el cacique sociata de la zona.. El aludido, que había iniciado la gloriosa jornada hablando de ‘un primer hito’ en la Alta Velocidad, rebajó luego a ‘un gran paso’, derivó a continuación hacia ‘un pasito’ y, de haberle dado un par de horas más, habría concluido en que aquello era un mero traspiés. Una disparate berlanguiano, un desmesurado esperpento sin marqués de las Marismas pero con copita de vino español.
Ardía Monfragüe, se achicharraba el corazón verde de Extremadura, fallecían un manguerista y un ganadero en Zamora, se achicharraban las vides en Cebreros y los bosques en Orense, pero Sánchez no quiso aliviar su agenda. «¿No tenían otro día para inaugurar el ferrocarril de la bruja?», se preguntaba un alto cargo de Adif. Media España en llamas y estos señores jugando a los trenecitos. La mirada del Rey lo decía todo. Una encerrona. Lo enviaron luego a las Hurdes ardientes, donde estuvo con la Reina en mayo. Y vuelta a Madrid, aún con el sonrojo en las mejillas.
Hay una ecología nociva, gretense, que ha pervertido y desarmado a la verdadera defensa de la naturaleza. Es la que proclama que ‘el cambio climático mata’, como recitaba Sánchez en su penosa jornada extremeña
Gobierno y comunidades dedican menos de mil millones de euros al año en extinción de incendios. El precio de, más o menos, el fichaje de cinco o seis Mbappé. La cantidad puede resultar raquítica, que lo es, si se contempla el paisaje tras las llamas. La sierra de la Culebra es la radiografía del infierno. El problema es la prevención. El cuidado del monte, aquella Icona que ya no existe. Los operarios que desbrozaban el campo, abrían cortafuegos y despejaban las pistas forestales. O las ovejas y cabras que engullen ocho kilos de rastrojos al día, ese escombro que, abandonado, se torna en combustible que expande la chispa abrasadora. Hay una ecología nociva y talibán, que ha pervertido y desarmado a la verdadera defensa de la naturaleza. Es esa filosofía de que ‘el cambio climático mata’, como recitaba, Sánchez en su penosa visita extremeña. La culpa siempre es de otros. Del franquismo, de la ultraderecha, de Putin, ‘no se podía saber’. Hasta que todo estalla.
El sanchismo se hunde
Si el sanchismo es un disparate con ribetes berlanguianos y pasajes quevedescos, en la capital de Europa se abonan al chiste de Gila. Acogotados por el oso de Moscú, la nueva actitud de los genios de la UE consiste en recuperar las fuentes de energía que en su momento se consideraron inadecuadas por razones medioambientales. Esto es, se reabren plantas de carbón (Alemania) y se aplaza el cierre de nucleares (Bélgica). La secta verde muda de color, la murga ecolo cambia de partitura y a Greta la mandan al guano. Tan sencillo como eso. De chiste de Gila. «De los seis cañones que mandaron ayer, vienen dos sin agujero. Estamos disparando con las balas por fuera». Así todo.
Julio caliente. De incendios y degollinas. Sánchez reúne este fin de semana a la cúpula del su partido para ejecutar cambios ante el supermayo del año próximo. Miles de alcaldías y altos cargos regionales están en juego. El pánico se expande por las terminales del PSOE como el fuego por la serranía de Zamora. «No sacamos ni 80 escaños. Si ya hasta el CIS». El sanchismo se hunde. Hay ceses que parecen fugas. Renuncias con aire de escapada. Antonio das Mortes, sin duda, cortará más cabezas antes de morir.