Denys Davydenko,Margaryta Khvostova-El Confidencial
- Ya han discurrido casi seis meses desde el comienzo de la guerra en Ucrania. Suficiente tiempo para que los responsables políticos en EEUU y en la UE hayan detectado las flaquezas de las tropas del Kremlin en Ucrania
Ya han discurrido casi seis meses desde el comienzo de la guerra en Ucrania. Suficiente tiempo para que los responsables políticos en EEUU y en la UE hayan podido identificar los puntos débiles de las fuerzas armadas rusas. Y deberán seguir haciéndolo si quieren determinar cómo ayudar a Kiev de la forma más eficaz.
Las recientes explosiones en la base aérea de Saki en Crimea —una infraestructura situada a 225 km de la línea de combate, en una zona que Moscú declaró como protegida por su sistema de defensa aéreo— muestra que Ucrania ha encontrado nuevas formas de utilizar a su favor las debilidades de la maquinaria de guerra rusa.
Entonces, ¿qué debería de haber aprendido Occidente sobre los motivos, tácticas y estrategia del Kremlin?
Principales errores del Kremlin
En primer lugar, los cálculos erróneos por parte de Vladímir Putin han socavado sus propias decisiones. La percepción equivocada del dirigente sobre el poder del ejército ruso se ve reflejada en su expectativa de que podía conquistar Ucrania con solo 150.000 soldados. Este número es significativamente menor que los 250.000 militares a disposición de Kiev y muy por debajo de la ratio 3:1 entre fuerzas de ataque y de defensa (el que normalmente es utilizado para una ofensiva fructífera).
Putin parece haber tomado la decisión de comenzar la invasión pensando que los ciudadanos ucranianos se rendirían sin ofrecer resistencia y los líderes políticos huirían del país. Nada más lejos de la realidad. Claramente, la información con la que contaba era muy defectuosa. Varios estudios llevados a cabo poco antes de la invasión y abiertos al público mostraban que los ucranianos cogerían las armas para defender su país. Pero Moscú —al igual que muchos analistas occidentales — hizo caso omiso a esta información.
«Una de las razones por las que Rusia ha sufrido tantas bajas es porque el Kremlin prioriza los objetivos políticos a los militares»
Por lo tanto, Occidente debe de tener en cuenta esta información imprecisa y los sesgos de Putin a la hora de diseñar su apoyo a Ucrania. Las repetidas amenazas rusas de atacar a países de la OTAN —en especial a los países bálticos— puede que solo signifiquen actos propagandísticos. Sin embargo, teniendo en cuenta que una agresión de este tipo sería un suicidio para Rusia, Ucrania puede usar estas amenazas a su favor en la defensa del país.
En segundo lugar, el avance ruso depende casi completamente de bombardeos masivos previos. En los momentos iniciales de la invasión, las fuerzas armadas rusas entraron en territorio ucraniano en columnas, sin usar una formación de combate. Asumieron que no encontrarían resistencia, lo que les causó numerosas bajas en los primeros días de guerra por esta interpretación errónea, forzando a Moscú a retirarse de las regiones de Kiev, Chernígov y Sumy. El entrenamiento inadecuado y la incompetencia del personal militar, junto con la estricta jerarquía bajo la cual operaba, que impidió a los oficiales rusos tomar sus propias decisiones, supuso que las fuerzas del Kremlin no fueran capaces de coordinarse de manera eficaz en su avance por el país vecino.
A raíz de esto, Rusia cambió de estrategia. Pasó a utilizar largos e intensos ataques de artillería sobre las posiciones defensivas ucranianas, para así allanar el terreno para el avance de la infantería y los vehículos de combate. Principalmente, Moscú utilizó esta táctica —la más fructífera hasta la fecha— en el este de Ucrania, donde concentró más de la mitad de sus tropas.
Sin embargo, la situación ha cambiado desde que Estados Unidos comenzara a suministrar los sistemas de lanzamisiles múltiple HIMARS a Kiev, con los que el ejército ucraniano ha destruido más de 50 arsenales rusos en pocas semanas. Esto ha limitado seriamente el suministro de munición a la artillería del Kremlin, reduciendo así la intensidad de sus bombardeos y, en consecuencia, el avance ruso en el país. No obstante, los HIMARS que ha recibido Ucrania únicamente tienen un rango de entre 15 a 92 kilómetros, lo que significa que no pueden alcanzar infraestructuras y arsenales rusos esenciales para el Kremlin.
Además, la logística está siendo un problema serio para Rusia. Todas las campañas militares, sobre todo a gran escala, precisan de una logística adecuada. De poco sirve un tanque sin combustible, como se demostró durante los primeros días de la guerra, cuando el ejército ruso se vio obligado a abandonar varios vehículos de guerra, junto con otros equipos, debido a una falta de reservas. Este episodio reveló que la logística militar de Moscú estaba tan mal organizada que muchas unidades simplemente no pudieron llegar a su destino. Son varias las causas de este desconcierto, entre ellas las operaciones ucranianas para interrumpir las cadenas de suministro del Kremlin, la corrupción y negligencia en las fuerzas armadas rusas o la indolencia de sus generales. Pero lo que es un hecho es que la logística es un evidente punto débil de la ofensiva rusa.
La concentración de las tropas de Moscú en el este de Ucrania ha reducido la amplitud de su frente de combate, al tiempo que ha acortado sus líneas de suministro. Sin embargo, debido a la llegada de los sistemas HIMARS, Kiev continúa desestabilizando las líneas de suministro del Kremlin.
Por otra parte, aunque el ejército ruso esté sufriendo muchas bajas, Moscú no muestra signos de replantearse su estrategia. El Pentágono estima que unos 80.000 soldados rusos han muerto o han resultado heridos desde el comienzo de la ofensiva. Este número es mayor que las bajas que sufrió la URSS en diez años de combate en Afganistán. Además, el Kremlin ha perdido una cantidad colosal de equipos, incluyendo más de 1.700 tanques —lo que equivale al 65% de su inventario antes de la guerra—, 4.000 vehículos blindados y 200 aeronaves. Solamente en la batalla de Bilohorivka, en mayo, Rusia sufrió cerca de 1.000 bajas y perdió casi 100 piezas de material bélico mientras el ejército intentaba cruzar el río Donets.
Una de las razones por las que Rusia ha sufrido tantas bajas es porque el Kremlin prioriza los objetivos políticos a los militares, como puede verse en la ofensiva de Izium y Severodonetsk. La captura de esta última ciudad era meramente un objetivo de índole política, ya que era la última ciudad densamente poblada en la región de Lugansk. Moscú quería tomar la localidad como prueba de que había tomado el control de toda la región. Sin embargo, la operación tenía poca relevancia en términos estratégicos y supuso que Rusia debilitara su posición en otros frentes. Las fuerzas ucranianas evacuaron a los civiles de Severodonetsk antes de usar la importancia política de la ciudad como imán para atraer a un gran número de tropas rusas, que se vieron obligadas a luchar en un área donde no pudieron aprovechar al máximo la potencia de su artillería.
A menos que Moscú anuncie una movilización general —lo cual supondría un gran coste político para Putin—, estas pérdidas limitarán drásticamente sus capacidades de combate. A pesar de esto, Rusia ya empezado a traer al frente sus reservas de armamento bélico de la era soviética, como los sistemas lanzacohetes múltiples BM-21 «Grad», los tanques T-62, los vehículos blindados MT-LB y los obuses 2S7M Malka. Aunque no sean armamentos precisamente nuevos, pueden llegar a suponer una gran amenaza en grandes cantidades.
La violencia contra civiles es también parte de la estrategia del Kremlin. Desde el comienzo de la invasión, los bombardeos rusos han matado a más de 5.000 civiles y otros 7.000 han resultado heridos. Moscú ha deliberadamente atacado a no combatientes como método de intimidación, usando bombas de racimo y lanzacohetes múltiples, bombardeos —incluyendo los realizados con sistemas lanzamisiles S-300 «Favorit»—, torturas y violaciones.
Rusia utilizó una estrategia similar en las guerras de Chechenia y Siria. Al igual que con los bombardeos masivos e indiscriminados en la ciudad de Alepo en 2016, estos ataques están diseñados para causar olas de inmigración hacia la Unión Europea y forzarla a negociar con Moscú lo antes posible y en términos que no favorezcan a Kiev. Sin embargo, hasta la fecha, esta estrategia ha tenido el efecto contrario: ahora parece menos probable que los países occidentales intenten convencer a Ucrania de hacer ocasiones. Además, la brutalidad de estos ataques a civiles justifica el aumento de las sanciones a Rusia y que sea declarada como Estado patrocinador del terrorismo, un movimiento que algunos países ya han hecho y otros —incluyendo Estados Unidos— están considerando.
Cómo apoyar a Ucrania
Occidente puede ayudar a Ucrania a hacer frente a las tácticas militares rusas en todas estas áreas. Entre las medidas de apoyo, EEUU y Europa deberían incrementar el suministro de radares para detectar proyectiles y obuses autopropulsados, incluyendo el M109A6 estadounidense y el M109A7 «Paladin» (actualmente Ucrania dispone del M109, menos avanzado), el alemán PzH 2000 y el francés CAESAR.