Me acuso

IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • He acertado. Aunque me llamen deprimente, no hay forma de pintar un escenario optimista

Perdóneme la grosería, pero voy a hablar hoy de mí. ‘Tuneo’ el título del artículo de Émile Zola (J’accuse) publicado en 1898 en el periódico ‘Aurore’ con motivo del asunto Dreyfus. Obviamente mi objetivo es mucho más modesto. Nada que ver. El caso es que desde que se desató la pandemia y después la guerra de Ucrania, no pasa un solo día sin que algún amigo o familiar me reconvenga por el tono pesimista de mis comentarios. No le digo nada de los ‘haters’ que adornan mis comentarios en la edición digital del periódico, que cuentan además con la enorme ventaja de parapetarse tras la bruma que expele el anonimato. Así que, ante el cúmulo de coincidencias, no puedo sino acusarme de ello y pedir disculpas.

Además de reconocerlo, quería hacer unas matizaciones, aunque solo sea para no pasar de la triste situación de deprimente a la dura de deprimido. En primer lugar -y ahora añado la petulancia a la grosería-, me reconocerá que ¡he acertado! No hay hoy un solo instituto de análisis, universidad, banco de inversión o gobierno que no pinte un panorama entre preocupante y desolador, y nos advierta de que atravesamos una situación muy delicada, que tiende a complicarse con la llegada del invierno. La inflación, el crecimiento, los tipos de interés, el volumen de la deuda pública, la energía, etc… no dejan de emitir noticias negativas. Y el viernes vimos que el empleo, la única variable que resistía, comienza a agrietarse.

En un solo periódico económico y en un solo día de esta semana he recopilado estos titulares: ‘Las reservas de gas en Europa solo garantizan el suministro de dos meses’. ‘Los servicios públicos de empleo solo ofrecen un trabajo cada 58 parados’. ‘Los países bálticos calientan la inflación de la Eurozona y ya se asoman a la recesión’. ‘El Ibex 35 encadena 11 días a la baja y firma la peor racha de su historia’. ‘El mercado inmobiliario empieza a desmoronarse en EE UU’. Podría ponerle cientos de ejemplos más, pero agotaría el espacio. ¿Se puede hacer un cesto optimista con este tipo de mimbres? Aunque me juegue el empleo le reconozco que yo no sé cómo hacerlo.

También quería enfatizar otra cuestión importante que influye mucho en el estado de ánimo de todos nosotros y quizá no lo haya resaltado lo suficiente. ¿Quiere decir todo esto que no hay salida a la crisis? ¡No, qué va! De esta saldremos, como hemos salido de todas las anteriores. De eso no hay duda. La cuestión reside en conocer cuándo saldremos y qué daños habrá causado para entonces la crisis.

Para minimizarlos es necesario que conozcamos primero la realidad y que reconozcamos después su dureza. Ocultar la situación y minimizar los hechos empeoran las cosas para todos, con la posible excepción de los gobernantes que se aíslan, solo un poco y solo un rato, de la ira popular. ¿Se acuerda de Pedro Solbes? Y tras el diagnóstico y la aceptación hay que tomar medidas.

Unas medidas que no estén pensadas para obtener el favor popular y ganar las próximas elecciones, sino que estén dirigidas a preparar el país para soportar los embates de la crisis. ¿Como cuáles? Ahí van unas pocas. Revisar todas las estructuras administrativas que dificultan la inversión y la contratación de trabajadores para crecer; proteger a la libre competencia de quienes pretendan abusar de ella a su favor para reducir los precios; mejorar la educación y enfatizar los valores del mérito, la capacidad y el esfuerzo para que todos aportemos más; recordar que la justicia social incluye la defensa de los derechos, pero también exige el cumplimiento de los deberes; repasar el gasto público para evitar despilfarros y conseguir que las ayudas lleguen más y antes a quienes más las necesitan y, quizá lo más importante: ser empáticos.

Adam Smith definía la empatía como ‘el ponerse en el lugar de quien más sufre’. Tenemos para elegir. Todos dicen (yo hoy no ¿eh?) que serán muchos los que van a sufrir en los próximos meses. Pero, tranquilo, tras la tormenta, escampará. Se lo prometo.