EL CORREO-EDITORIAL

  • Este crítico momento exige una mayor sintonía política e institucional entre Sánchez y Feijóo. Cuando menos, que prescindan de las inquinas

El debate que ayer mantuvieron el presidente, Pedro Sánchez, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en el pleno del Senado solicitado por este último se anunciaba como el inicio del nuevo curso político y como el punto de salida de la carrera electoral que culminará al final de 2023. Su desarrollo evidenció que resulta imposible conciliar la gobernación de España frente a la crisis energética generada por la guerra de Putin con el propósito de prescindir de la oposición y eludir el más amplio consenso a la hora de responder a un desafío que es común a todos los españoles. Del mismo modo que es muy difícil casar una estrategia legítima para regresar al gobierno del país con la definición de un cuadro riguroso de propuestas que permitan acordar entre diferentes y brindar al Estado autonómico un programa de actuación de alcance. El presidente se mostró muy seguro de las medidas que impulsa su Ejecutivo aunque, al mismo tiempo, insistió en que nos encontramos en la incertidumbre. Una incertidumbre que precisamente exigiría apurar todas las posibilidades del entendimiento entre quienes se encuentran al frente de la mayoría de las instituciones españolas.

El debate permitió a Sánchez disponer del tiempo ilimitado reglamentario para reiterarse en la presentación de las medidas previstas por el Gobierno -con el anuncio de que aplicará temporalmente la excepción ibérica a las empresas con sistemas de cogeneración- advirtiendo de que nunca serán dramáticas; para emplear luego su primer turno de réplica en situar a Feijóo entre la «insolvencia» y la «mala fe»; y para volver en su tercer turno a un tono más conciliador y presidencial. Mientras que el líder del PP dispuso de 26 minutos para responder a Sánchez contrapunteando sus invectivas en la confianza, quizás, de que la demoscopia electoral discurre por otra vía.

Las incertidumbres del momento requerirían una mayor sintonía política e institucional. Exigen cuando menos prescindir de las inquinas partidistas. Entre otras razones porque la persistencia de la polarización entre siglas debilita la posición de España en la Unión Europea, sea el Midcat u otra la propuesta que lleve a Bruselas. Pero si algo podría lastrar a nuestro país es que en el imaginario de finales de 2022 se instale la idea de que la confrontación entre Sánchez y Feijóo atiende a la presión ejercida por la Banca, las compañías energéticas y determinados poderes mediáticos.