Ahora le toca a la subyacente

IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • Si somos los que más crecemos, si hemos doblegado a la inflación, si la recaudación bate récords históricos y si el empleo rebosa por las costuras, ¿cómo es que necesitamos tantos planes de ayuda?

La actualidad económica de la semana se ha centrado en el ¡sexto plan de ayudas! aprobado en el Consejo de Ministros celebrado el martes. Pregunta impertinente: Si somos los que más crecemos, si hemos doblegado a la inflación, si la recaudación bate récords históricos y si el empleo rebosa por las costuras, ¿cómo es que necesitamos tantos planes de ayuda para combatir la inflación? El plan es muy completo. Se rebaja el IVA para los productos básicos de la cesta de la compra y se concede una ayuda de 200 euros a las rentas más bajas, además de limitar la actualización de los alquileres y otras cosas más, algunas de signo contrario como la eliminación para todos, menos para los profesionales del transporte, de las ayudas a los carburantes.

Esta rebaja del IVA tiene mucho más sentido. Ambas se alejan del progresismo oficial habitual, pues sus beneficiarios son todos los ciudadanos con independencia de su situación económica. Pero hay matices. En el caso de los carburantes se facilitaba el consumo de unos bienes cuyo consumo queríamos reducir por razones económicas y medioambientales. Y las rentas altas se beneficiaban en mayor medida de ellas, pues utilizan más los medios de transporte privado y menos los públicos. ¿Por qué se hizo? Pues porque en el momento de su aprobación la inflación era nuestra mayor preocupación y la comparativa con Europa dejaba en mal lugar al Gobierno. Sin embargo ahora sucede lo contrario y, moderada la general, es la inflación subyacente la que preocupa.

Por eso el problema actual se centra en la cesta de la compra y se aplicará una bajada impositiva de los productos básicos que la forman. Aunque se aplica también a todos los ciudadanos, ayuda más a aquellos para quien ese gasto absorbe un mayor porcentaje de sus rentas, que son las de menor cuantía. Lo malo es que, como el IVA ya era muy reducido para estos productos y como ni la carne ni el pescado están acogidos a la medida, su impacto real será muy limitado. Unos pocos euros al mes.

Eso contando con que no se cumplan los temores expresados por la vicepresidenta segunda y la rebaja no la absorba la tupida cascada de las cadenas de suministro. No sé si ha tenido ocasión de ver el vídeo que circula por las redes que muestra las declaraciones efectuadas al respecto por la señora Díaz. Es tremendo. Cuando lo propuso el PP aseguró que no serviría para bajar los precios y si para que se forrasen las clases pudientes y los distribuidores. Pues fíjese que ejemplo de desprendimiento y generosidad, a pesar de ello, lo ha aprobado ahora sin pestañear. No voy a insistir en el asunto de los 200 euros de ayuda del que le hablé ayer y que está muy bien. Pero al ser un único pago la ayuda se queda en más bien modesta y su coste de tramitación administrativa necesitará más fondos que el desembolso real.

Luego nos quedaría el asunto de los alquileres que viene a ratificar la obsesión del Gobierno por atacar los efectos de las crisis y su pereza por enfrentarse a sus causas. Los precios de los alquileres en muchas zonas del país son muy elevados, lo que complica las cosas para quienes no disponen de una vivienda y retrasa la emancipación de los jóvenes, que son incapaces de afrontarlos con sus sueldos bajos. La teoría asegura que cuando hay un desajuste entre oferta y demanda de cualquier bien o servicio, y la segunda supera a la primera lo mejor es aumentar la primera.

Una mayor oferta presiona a los precios y esta vez lo hace en el sentido de reducirlos. Aplicado a este caso, atajar las causas nos llevaría a construir o facilitar la construcción de más viviendas. Por el contrario, atajar sus efectos con el castigo de la oferta al limitar su precio aliviará el corto plazo, pero puede conducir al desánimo de los propietarios, que podrían retirar sus viviendas del mercado, lo que empeoraría en el futuro la mala situación del presente. Pero ese es un camino largo y penoso. Había que haber empezado antes… ¡Que sea muy feliz el próximo año!