IGNACIO CAMACHO-ABC

  • El problema de C´s ya no es de ideario ni de liderazgo. Simplemente su ‘momentum’, su punto de sazón, ha caducado

Los dirigentes y la mayoría de los militantes de Ciudadanos pertenecen a la clase de personas con las que uno iría de buen grado a cualquier sitio… menos a participar en un proyecto político. Porque son idealistas, moderados, tolerantes, honestos, modernos, de un nivel cultural y profesional aceptable como mínimo; demuestran generosa vocación de servicio y en muchos casos desprenden sensibilidad humanística y hasta lucen cierto atractivo físico, pero tanto en el plano individual como en el colectivo desconocen cómo funciona de verdad un partido: su exigencia pragmática, su cohesión interna, su disciplina jerárquica, su espíritu de compromiso. Y eso, que podría constituir una virtud para aportar aire limpio a las estructuras de un sistema envejecido, se convierte en un defecto cuando incapacita para entender la complejidad de los mecanismos corporativos. Con su interesante tercera vía y su firme defensa del constitucionalismo, C´s era –en pretérito— una idea prometedora fracasada por falta de instinto.

Las formaciones surgidas de la crisis bipartidista sólo podían consolidarse si aprovechaban su ‘momentum’, su oportunidad manifiesta, esa coyuntura feliz de coincidencia entre una demanda social y una respuesta. Rivera la tuvo a su alcance y la malogró, la tiró por la borda en un error de cálculo, un ataque de narcisismo o ambas cosas. Fin de la historia. Todo lo que ha venido después sólo es el intento de sobrevivir persiguiendo la sombra de un éxito frustrado por equivocaciones propias y acabado de malbaratar por una pésima gestión sucesoria. Arrimadas dejó tirados a los votantes de Cataluña y espantó a los que quedaban en el resto de España con una absurda, incomprensible moción de censura en Murcia. El esfuerzo por mantener a flote la esperanza ha sido encomiable pero la realidad es dura. Los trenes perdidos, el tiempo disipado y las ocasiones fallidas no vuelven nunca.

El problema de C´s ya no es de programa ni de liderazgo. Simplemente, su punto de sazón ha caducado. El desafuero sanchista ha cambiado los parámetros y transformado las próximas elecciones en un desafío plebiscitario: cambio o no cambio. Ahora el único modelo regeneracionista viable es el que acabe con el extravío de este mandato, y eso requiere la mayor concentración posible del sufragio. Toda esa batallita por migajas de protagonismo es un empeño baldío, un desperdicio de energías. Los afiliados en todo el territorio nacional son menos que los del PSOE en la provincia de Sevilla. Las encuestas se muestran implacables: cero expectativas. El proyecto era bonito, pero se ha quedado sin sitio en medio de esta política de polaridad banderiza. Tal vez dentro de unos años, cuando desaparezca la actual anomalía, vuelva a ser necesaria una opción centrista. Tendrá que ser con otras siglas. A éstas ya sólo les queda la posibilidad de darse a sí mismas una salida digna.