Miquel Giménez-Vozpópuli
  • Si matas a escobazos un ratón en tu casa te pueden caer de tres a doce meses de cárcel. Ten cuidado, Susanita.

Ione Belarra y Podemos son, como muchos de ustedes saben, un coro de serafines que solo piensan en el bienestar y en la paz del mundo. Como Sandra Bullock en la película “Miss Agente Especial”. Son gente libre, por eso Echenique se jacta de no llevar calzoncillos -no era preciso conocer esta información, caballero- o la misma Ione de no llevar sujetador, acusándonos a los machirulos de estar aterrorizados ante los pezones femeninos. Ciertamente, servidor vive en un pánico constante a ellos y no creo ser el único. Woody Allen lo plasmó en un film en el que una teta gigantesca lo perseguía por el campo. Hemos dicho que la corte de Iglesias es buena y benéfica, como definía a los españoles la Constitución de Cádiz, pero eso no es óbice para que también posean un sentimiento vindicador de los seres atormentados por el heteropatriarcado, el capitalismo feroz, los culebrones de factura turca y la venta por fascículos.

Fruto de su munificencia nace la idea de modificar nuestro Código Penal para endurecer el maltrato animal. En principio es buena cosa, porque demasiado sabemos que existen salvajes que tienen un comportamiento salvaje y homicida con nuestros hermanos de planeta, tanto da que sean perros, caballos, gatos, gallos o cualquier forma de vida existente. Incluyo aquí también al tertuliano como animal de compañía por ser uno de ellos. Pero una cosa es defensar a los animalicos y otra que te puedan caer de seis a dieciocho meses de trullo por matar a escobazos a la rata que se ha colado en tu casa o que si atropellas a un animal en la carretera deba averiguarse si ha sido accidente u homicidio. No va de coña, si se atropella a un ciervo despistao, una oveja, un perrete o un conejo con estas nuevas medidas tiene que haber atestado por parte de las Benemérita. Uno se imagina al cabo Pérez muy serio, bolígrafo en ristre dentro de la camioneta de atestados, preguntándole al conductor que se las prometía muy felices cuando se embarcó con su ligue Purita en el coche para irse de excusión libidinosa a Motilla del Palancar si tenía intención de atropellar al lepórido víctima del deceso. Surgen las dudas: ¿existirá ilícito si uno engorda a un cerdo o a un pavo y lo mata para Navidad? ¿No sería eso un crimen con la agravante de premeditación y alevosía? ¿Cómo saber si el pollo es o no es animal de compañía? Si le has dado mucha conversación al rollizo marrano y le has puesto de nombre Chancho ¿se le consideraría de la familia y estaríamos ante un delito contra las relaciones familiares de los que contemplan los artículos que van del 217 al 233 del Código Penal? Y si hemos acogotado al, pongamos, periquito del vecino por no soportar que siga gritando “Porrrrtugal” – se han dado casos – ¿habrá que pasarle una indemnización a sus deudos? ¿Insultar a tu perrete cuando ha obrado de cuerpo encima de tu recién adquirido abrigo de pelo de camello es falta, delito, crimen, abuso psicológico, acoso, intimidación o qué? Y el camello que se ha quedado sin pelo ¿puede pleitear contra nosotros por apropiación indebida? ¿Son los camélidos maltratados en España? Belarra todavía no lo ha aclarado, pero esperamos ansiosos sus clarividentes palabras que nos ayuden a ser mejores personas en esa sociedad en la que saldrá más caro matar a una rata que violar a una persona, será mejor blasonar de okupa que de legítimo propietario o tendrá mejor consideración pública haber sido un asesino etarra que haber ganado un premio a la mejor paella durante el franquismo. De momento, el proyecto de ley sigue su curso. Por eso aconsejamos a Susanita que deje de tener un ratón, porque igual la denuncia un día de estos por menosprecio de género y abuso de confianza. Tatúense el cuerpo y vistan como mamarrachos todas las Susanitas, digan que son lesbo-postapocalípticas-resilientes y rueden un film aburrido, repleto de mal gusto y perfectamente abominable, que seguro que les dan un Goya y una pasta en subvenciones. Son los signos de los tiempos.