ISABEL SAN SEBASTIÁN-ABC
- España ha dedicado 238 millones de euros a socorrer a Ucrania. Menos que Austria o Chequia y lo mismo que Luxemburgo
La visita ‘sorpresa’ realizada por Pedro Sánchez a Ucrania al cumplirse el primer aniversario de la brutal agresión rusa ha dado lugar a una decena de tuits de autobombo en su cuenta, una rueda de prensa celebrada junto a Zelenski con idéntico propósito, una entrevista laudatoria concedida a su periodista de cámara en su radio de cabecera, aprovechada para falsear la historia tratando de arrimar agua a su molino, y la vaga promesa de enviar diez tanques «en las próximas semanas o meses». A la vista de sus hechos pasados y presentes, quedan patentes las auténticas intenciones de nuestro presidente al tomar posición ante la matanza desatada por Putin: Primero, alimentar su narcisismo. Segundo, despistar a nuestros socios en la UE y la OTAN, donde aspira a colocarse en un puesto de relumbrón cuando las urnas le obliguen a abandonar la Moncloa. Tercero, engañar a los españoles aparentando solidaridad con la nación atacada, pese a la racanería demostrada por el Gobierno en la ayuda destinada al pueblo ucraniano.
Frente a los 73.176 millones de euros donados por los Estados Unidos, los 6.151 de Alemania, los 1.675 de Francia o los 1.023 de Italia, España ha dedicado 238 míseros millones a socorrer a las víctimas de esa masacre. Menos que Austria o Chequia y lo mismo que Luxemburgo. La cifra habla por sí sola y haría enrojecer a cualquiera que tuviera la capacidad de avergonzarse de su conducta, requisito que excluye a nuestro líder patrio. Únicamente la extrema necesidad en la que se encuentran los ucranianos explica que Zelenski reciba cordialmente a su huésped español y se preste a posar a su lado, venciendo las ganas de sacarle los colores. Porque presentarse en Kiev con aires de míster Marshall, con un puñado de carros descritos hace unos meses por la ministra de Defensa como inservibles, dado su estado «absolutamente lamentable» (sic), denota una falta de escrúpulos digna de mejor causa. El valeroso dirigente de Ucrania no puede permitirse el lujo de despreciar ninguna limosna, aunque eso es exactamente lo que Sánchez le ha anunciado, llenándose, eso sí, la boca de palabras grandilocuentes. Y digo bien «anunciado», sin fecha concreta de entrega.
Hay quien esgrime la excusa de que nuestro exiguo arsenal militar no da para más, pero no es de recibo. A falta de armas, siempre se puede socorrer con dinero. La verdad, la pura y dura verdad es que el jefe del Ejecutivo tiene las manos atadas por su socio podemita, cuyo ‘pacifismo’ equidistante intenta en vano ocultar una complicidad flagrante con el sátrapa ruso, único culpable de esta guerra. Podemos invoca genéricamente ‘la paz’, mientras Putin asesina a civiles indefensos, y Sánchez equipara la contienda civil española con la invasión de Ucrania, a ver si ese victimismo falsario le devuelve algún voto perdido. Tal para cual.