CRISTINA CASABÓN-ABC

  • El hombre que necesitamos es un político de consenso y mentalidad abierta, dispuesto a grandes cambios

Tamames, a quien teníamos olvidado en su mundo y su tiempo, es una de esas glorias olvidadas de la Transición. Vuelve alguien a quien le entusiasmaba este proyecto político y estuvo en el ajo. Dicen los cronistas que don Ramón era una de las jóvenes y brillantes promesas de la época, porque es un hombre demasiado libre, independiente, inteligente. Paseaba su comunismo de whisky y de teoría y aunque le gustara Marx supo apostar por la socialdemocracia. Por serendipias de la vida, ahora es el candidato estrella de la moción de censura, pero esto no es de extrañar dada su experiencia en momentos de tensión política y psicosis.

Durante la Transición muchos se reunían a escondidas para hablar de literatura y beberse el vino de la pequeña y selecta cosecha del exministro Garrigues Walker, que en realidad tenía nombre de whisky. Tamames cuenta que se juntaron unos cuantos donde G.W. para conversar sobre el futuro político de España en junio del 74, y algunos cronistas políticos hablaron después del Pacto de Aravaca. En esa cena no se llega a un acuerdo sobre el proceso «de la ley a la ley»; pero ya intuía Tamames que el recorrido hacia esa meta de la democracia transcurriría por la vía de la negociación entre fuerzas políticas de distinto signo, y no vía confrontación abierta ni el continuismo. La propia referencia al Pacto de Aravaca es una muestra de la psicosis existente en el tardofranquismo.

Todo este tiempo lleva don Ramón maquinando en los márgenes de la política y ahora vuelve en el momento oportuno. La psicosis del tardosanchismo se huele, se siente y crea un ambiente enrarecido en la prensa y en los círculos políticos. En medio de este cambio de ciclo reaparece este español completo; un señor que tiene toda la Transición en la cabeza y viene a sacudirnos las conciencias. Cuenta don Ramón en sus memorias que ante la previsible muerte de Franco, Carrillo le encomienda que hablara de la necesidad de un gobierno provisional con Fraga. Se reunieron, pero este estaba aterrado y vio la sugerencia como una provocación. Con el cuchillo y el tenedor en las manos de cara al pavo que estaban comiendo le dijo:

-¡Imposible! ¡Eso que dices es inaceptable de la cruz a la fecha!

Tamames intuye que si el neodemócrata-embajador Fraga no se atreve a ganar el poder sin el actual poder… no va a ser el gran hombre de la Transición. Suárez era el único que estaba dispuesto a transitar el cambio político que tanto escandalizaba a otros. Yo creo que ahora, como en la Transición, necesitamos que un político como Suárez nos caiga del cielo. El hombre que necesitamos es un político de consenso y mentalidad abierta pero a la vez dispuesto a ejecutar grandes cambios. Resurge Tamames en medio de este ambiente enrarecido y esta psicosis que envuelve la moción, que no es una moción sino una catársis. Tamames va a lo suyo y está en lo suyo, pero no está en liderar la oposición. Don Ramón solo es el mensajero y es la araña que teje el cambio político en la sombra.