Iñaki Ezkerra-El Correo

  • Le han hecho portavoz de su partido pero él va a su bola, con aplomo, pisando fuerte

En toda la debacle que hoy viven el PSOE y sus socios de Gobierno, hay un hombre que brilla con luz propia y que avanza terca, fría, heroicamente entre las ruinas, ajeno al ruido de los cascotes que le llueven encima, del agua que sale de las cañerías rotas y de los chispazos de las lámparas que se funden: Patxi López. La verdad es que de quien está más ajena esa voz destemplada del socialismo vasco es del propio partido que la ha hecho portavoz. Tan ajeno está que, para cumplir su misión imposible de salvar los muebles del sanchismo, dice lo contrario que sus compañeros. Todos ellos (Ione Belarra, Nadia Calviño, María Jesús Montero, Yolanda Díaz, el propio Sánchez…) reprochan a Rafael del Pino querer evadir impuestos (hay hasta quien acusa a Holanda de ser un paraíso fiscal en la UE), pero Patxi coge la alcachofa y dice que va a pagar más impuestos que en España, argumento con el cual desbarata la tesis gubernamental.

A Patxi le han hecho portavoz de su partido pero él va a su bola. Desde hace un tiempo yo le vengo notando una curiosa transformación hacia lo sobrao. Se mete en un charco tras otro, pero con convicción, con aplomo, pisando fuerte. Si la ley del ‘sólo sí es sí’ saca a la calle a los violadores, va Patxi y lo arregla con una autoridad admirable que ignora la irretroactividad de las leyes desfavorables al reo: «Pues se vuelve a cambiar la ley para que vuelvan a la cárcel». Patxi es el hombre que le dice a Alsina con una seguridad intimidatoria que «no hay una propuesta redactada para reformar el delito de sedición» y que sólo tres días después defiende con el mismo gracejo perdonavidas la proposición de ley orgánica que presenta su propio partido para eliminar dicho delito. Es el tipo que va a la tele de Susanna Griso y que, cuando ésta le pregunta cuántos diputados socialistas estuvieron en la cena del Ramsés, le suelta un «¡qué más dará!» o ese glorioso «pero como decía el otro, la verdad nos hará libres». Patxi es que es un hombre muy ocupado que no está para acordarse del nombre del mindundi que protagoniza el Evangelio según San Juan.

Sánchez adelgaza la voz para mentir, pero Patxi la engorda para lo mismo, o para tutear a Griso y Alsina mientras Alsina y Griso le siguen usteando. Reconozco que me impresiona ese estilo que se gasta desinhibido, campechano, coloquial de ‘esto es así porque yo lo digo’ y ‘porque yo lo valgo’. Hay momentos en la historia de un partido político en los que parece que todo está perdido, pero en los que de repente surge un hombre como de la nada que sabe coger el timón con mano firme y demostrar que en, efecto, estaba todo perdido y que sólo queda, en medio del naufragio, caminar sobre las aguas. Como el otro.