Ahora que te vemos, Pam, hablemos

JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • ¿No ves que lo único que transmiten tus piezas propagandísticas es a un hombre sometido, de grado o por fuerza? Vaya si lo ves

Ser secretario de Estado no es poca cosa, Pam. Cuando Tejero, con el Ejecutivo y el Legislativo secuestrados, uno de ellos asumió la legitimidad del sistema: Laína. Hoy podrías ser tú, pues más allá de la idoneidad del departamento, lo que se buscaría es un tipo duro. Y duro es quien llama violador a medio país, o difunde y celebra alusiones a la madre de un líder de la oposición deseando que este no existiera, o se mete en las alcobas de las mujeres para reprocharles su afición a la penetración, cuando una sola se basta. Qué basta.

¿Quién eres y qué haces ahí, ser indescriptible? Rehúyes las caracterizaciones, Pam. A veces nos evocas ciertos personajes femeninos con que la mitología griega ha poblado las pesadillas y la literatura. Como Circe, nos has convertido a todos en cerdos, aunque tu móvil difiere. Como una de las tres Moiras —las otras dos se las imagina el lector—, buscas adueñarte de nuestro destino. Como secretaria de Estado no trabajas para todos sino contra muchos. La mitad, de entrada. Luego, con la otra mitad también haces partes, campeona del sectarismo, desconocedora de lo sutil. Estás ahí puesta como una quimera japonesa, como Nue hecha nube negra y tóxica. Para sembrar el odio. O si prefieres, para promover un antagonismo salvaje donde las ideas se han quedado por el camino, al punto que solo vemos la mala leche, las ganas de injuriar a unos y de inspeccionarles la intimidad a otras. Todo mientras gozas. Porque vaya si gozas.

Tanto onanismo, entre sádico y vegetal, da un poco de alipori. No pasa nada, es la reacción normal, la que esperas cuando lanzas tu campaña del «ahora que nos veis». La campaña es una trampa que hay que inspeccionar con pinzas, guantes y mascarilla. Por eso nos acercaremos mediante interrogantes. ¿Quiénes sois vosotras, esas a las que ahora vemos? ¿Las mujeres? ¿Crees, Pam, que antes no veíamos a las mujeres? ¿Cabe que solo viéramos menos, por falta de atención, a cierto tipo de mujeres? ¿Persigue la campaña reivindicarlas a ellas? ¿Por qué esa modelo o actriz para hablar de sexo, de feminismo, o de prácticas que erróneamente crees proscritas? ¿Por qué el modelo es más bien un accesorio, como Ken con una Barbie desmesurada? ¿Es realista la escena? Y aquí, ya al borde del abismo, cambio la perspectiva. ¿Sería aceptable tu campaña con una tía buena y un tío en plan Torrente? ¿No reflejaría más bien la imagen de un violador o de un cliente? ¿Podría el personaje femenino de tu campaña ser putera, pagar por sexo? ¿Sabes, Pam, que hay mujeres que pagan por sexo? ¿Por qué razón al abordar materias de índole sexual escogéis imágenes que no resultan atractivas a la mayoría de los seres humanos a quienes nos gustan las mujeres? ¿Sabes que la atracción es espontánea? ¿No ves que lo único que transmiten tus piezas propagandísticas es a un hombre sometido, de grado o por fuerza? Vaya si lo ves.