Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
El dilema de Lagarde estaba claro. Si subía los tipos mantenía, contra viento y marea, su reiterada decisión de priorizar la lucha contra la inflación y convertía las turbulencias bancarias actuales en un episodio pasajero y liviano (ayer a media mañana, justo antes de la rueda de prensa del BCE y tras el anuncio de las ayudas del Baco Central Suizo, el Credit Suisse subía en Bolsa un 25%). A la vez que mantenía acorralado al «monstruo» al que se refería con pasión en la reciente entrevista que concedió a EL CORREO. Si los bajaba o minoraba su intensidad reducía la presión sobre las finanzas europeas, acosadas por el lío del Credit Suisse y amenazadas por el fuego desatado en Estados Unidos, pero reconocía que la situación no es tan tranquilizadora como nos han hecho creer y han mantenido todas las autoridades, la monetarias y las políticas.
Al final, se impuso la coherencia sobre el sobresalto y decretó una subida de medio punto. Con la inflación en la zona euro por encima del 8% y a pesar de sus mejores perspectivas, la medida es lógica y difícil de criticar. Además, marzo será buen mes para los precios, gracias al ‘truco’ del efecto base que nos pondrá un espejismo delante de los ojos, suficiente para justificar un reposo en la senda ascendente de los tipos.
Lo cierto es que la banca, en general, se desenvuelve bien en hábitats de tipos altos porque aumentan sus márgenes, pero al SVB le han sentado muy mal las subidas porque empeoraron las valoraciones de su cartera. Todo ello con la permisividad que aportó a la regulación la presidencia de Donald Trump.
A los mercados financieros les sentó bien el anuncio. Analizan siempre la situación con una visión particular en la que el corto plazo no se mide en unos pocos años, sino en algunos escasos minutos y así han pasado la semana, con la taquicardia a cuestas. No sabemos si están dirigidos por un cerrado círculo de sesudos analistas, dotados de poderosos cerebros y sofisticadas herramientas de análisis o por una cuadrilla de histéricos principiantes, con grandes sueldos que no se merecen y dotados de terminales ultrasensibles.
Por cierto, ¿se ha dado cuenta de que los Bancos Centrales tienen sus balances atestados de deuda pública suscrita a tipos muy bajos o incluso negativos? ¿Cómo sería su valoración a precios actuales de mercado? ¿Les pasaría como al SVB? Mejor ni pensarlo. ¡Qué curioso! Ellos decretan las subidas de tipos que luego les sientan tan mal a sus balances.