CARLOS HERRERA-ABC
- El Ministerio de esa inepta enferma de sectarismo que es Teresa Ribera no reparó en si una familia numerosa disponía de más o menos renta
En el aciago año 2018, el gobierno de entonces, que es el de ahora, decidió implantar un ‘bono térmico’ para las familias vulnerables; noble empeño que se vio completado al extenderlo –sin límite de exigencias– a todas las familias numerosas, que son aquellas que tienen tres o mas hijos (en mi infancia, familias numerosas eran las de los premios de natalidad, que alcanzaban la agradable cifra de quince hijos o así). Se accedía al bono de forma automática si previamente habías aplicado el bono eléctrico, que era otrosí. Se trataba de una bienintencionada ayuda de ciento y pico euros por hogar que tenía como propósito ayudar a aquellos que de forma más severa padecían los rigores del invierno y a aquellos otros que, cargados de valor, eran capaces de haber engendrado un número de hijos poco usual en los tiempos que corren. El Ministerio de esa inepta enferma de sectarismo que es Teresa Ribera no reparó en si una familia numerosa disponía de más o menos renta: dispuso el bono social y me alegro de saludarte, que tengo muchas cosas que hacer y muchas tonterías que decir.
Cuando se supo que el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ossorio por parte de padre, había accedido a esa ayuda, Mónica García, la de las alegres pistolitas, puso el grito en el cielo, entró en ‘shock’ y escenificó la habitual pamema de la izquierda cuando hace de cualquier cosa una causa universal de la infamia… hasta que se descubrió que ella cobraba el mismo bono teniendo un nivel de renta semejante al del vicepresidente vilipendiado. Bien, a partir de ahí resulta curioso y enternecedor comprobar cómo la izquierda teatral ha intentado disculpar que la incontenible jefa de la oposición madrileña haya cobrado lo mismo que el vicepresidente al que exigía la dimisión: en un caso existe un voraz apetito –el de Ossorio– por acumular ventajas insolidarias, mientras que en el otro concurre un sencillo caso de desconocimiento de una realidad achacable a las gestiones de su conviviente, el cual, al parecer, accede a un sueldo incluso superior al del vicepresidente. Rápidamente el Ministerio afectado se ha puesto a modificar sus propias normas al objeto de impedir que insolidarios como Ossorio accedan a aquello a lo que tenían derecho, sin decir nada acerca del mismo apetito que la líder de Más Madrid, o su gestor familiar, había mostrado por el hecho de ser tres veces madre. Tres veces médica, no, como se demostró durante la pandemia. Tres veces madre, sí.
La demagogia barata –siempre la demagogia es barata, pero conviene recalcarlo– se vuelve en ocasiones contra quien la maneja con pretendida soltura. Médica y madre tiene derecho a ese bono. Ossorio también. Y quien tiene que fijar mejor las condiciones de acceso a las diferentes ayudas de este Gobierno, la insolvente ministra de transición a la nada, tiene el deber de no escenificar con aspavientos su contrariedad por las normas que decreta, las cuales, todo sea dicho, no parecen desacertadas, aunque sí inconcretas. Por lo que se ve.