Gregorio Morán-Vozpópuli
  • Gobernar a golpe de aliados improvisados que cobran al contado. Se acabó el efecto Iglesias y nació el espíritu de Yolanda

No podía ser más claro. Lo dijo en la complicidad campanuda de los secuaces periodísticos que le acompañaban de vuelta, tras confraternizar con Meloni. Fue una mirada a la realidad que está fraguándose en vísperas del doble salto de obstáculos electorales. “Lo que deseo es que encajen todas las piezas del puzle”. Lo expresa el dueño de la mesa antes de aterrizar en una tierra donde se le resisten algunas teselas de las que conforman ese mosaico que ha de llevarle a repetir el juego que nadie, ni siquiera él mismo, había pensado que fuera posible. Gobernar a golpe de aliados improvisados que cobran al contado. Se acabó el efecto Iglesias y nació el espíritu de Yolanda.

Es interesante observar la carrera política de Pablo Iglesias Turrión. De derrota en derrota hasta la victoria final. Crea un partido político con un grupo de profesores precarios de la universidad que amenazan al poder institucional y al cabo de la calle consigue quedarse solo con un amigo más mayor; en la política como en los negocios las amistades guardan ciclos. Los fue echando a todos en un remedo del ensoñado Lenin cuando logró de un partido socialdemócrata unido y potencialmente fuerte, constituirse en minoría “bolchevique”, que en ruso significa mayoritario. El tiempo y la insistencia suelen cambiar las palabras.

Así se hace la historia, a la medida de sus protagonistas. ¿Acaso el nacimiento de Ciudadanos no fue otro caso de greguería sin literatura? Un grupo de amigos de pluma y letra dieron vida a un engendro necesario y como ninguno de ellos parecía dispuesto a arrostrar el tiempo y el fango a que obliga meterse en la charca, hicieron un casting y salió elegido Albert Rivera; todo lo contrario a un intelectual pero muy resultón como modelo. No es el caso de Pablo Iglesias Turrión que mamó desde la más tierna infancia la política, o eso que algunos creen que es la política: discutir de ella. El y sus amigos, precarios con aspiración a catedráticos, se hicieron con el espíritu de 15-M. Excelente plataforma de futuro.

Pasar de víctima a verdugo se considera lo habitual en el gremio de la escalada política, lo que es más raro es al revés.

No es cuestión de seguir el proceso de descompresión de la burbuja de Podemos, pero lo cierto es que su líder supo ir montando los enganches que le permitirán que la caída no le dejara a merced del mercado, como a Albert Ribera. Aseguró una buena hacienda para sus hijos, que es lo primero que debe hacer quien está en la política como aspiración y fue el tejedor de una red de intereses que llevaron a Pedro Sánchez a la presidencia. El hoy Señor del Puzle no tenía apenas idea de cómo tratar a tipos como los falleros de Baldoví, los comunes barceloneses o los veteranos de la pipa aberzale; ni siquiera figuraban en su agenda. Para Iglesias Turrión constituían una fauna conocida, hecha de futuros esplendorosos y presentes turbios. Igual que impuso su don de padrino sobre el cuerpo exultante de Yolanda Díaz designándola vicepresidenta, quieren que nos olvidemos de que ya lo había hecho con Pedro Sánchez. No quitarle méritos al que diseñó Frankestein ahora que Frankestein lo ha convertido en pieza sin encaje.

Pasar de víctima a verdugo se considera lo habitual en el gremio de la escalada política, lo que es más raro es al revés. Iglesias Turrión hizo lo que quiso y repartió el juego, pero como es lógico exigió su parte. Pasar el concurso de méritos para llegar a la vicepresidente de un gobierno constitucional es más que un triple salto mortal, una hazaña que puede romperte el espinazo cuando ya estés sentado en el sillón. Todas sus victorias se convirtieron en derrotas porque se le daba tan bien el juego que se creía protagonista eterno de esas series televisivas que al parecer tanto le gustan y tanto le iluminan. (Recordaré siempre la entrega de “Juego de tronos” al rey Felipe como una muestra de mal gusto estético y ético; un cuesco en almuerzo palaciego. Algunos chicos de ayer sufrieron el vino de garrafa y demasiadas horas en botellones. Ser republicano es una categoría no un escupitajo).

El dueño del puzle ha descubierto a Yolanda Díaz para que haga lo que Pablo Iglesias Turrión ya no es capaz de hacer: ser lo mismo y su contrario

Hasta anteayer ellos decidían como quien tabula el ganado lo que era fascista, los comportamientos machistas, las formas de relación entre género, caso y sexo, inventaron un lenguaje “inclusivo” que excluía a los ajenos de la secta, con la pretensión de que la cofradía no detectara que lo más efímero iba a ser su tránsito en las instituciones. Como la Iglesia antigua y los telepredicadores modernos proclamaron lo que se podía hacer y lo que no, incluso con garantía de ley. De apóstoles a falsificadores. ¡Mientras manejen los fondos te puede caer la del pulpo!

Cambió el dios y no se dieron cuenta. Cada puntada sin hilo la había rellenado el Sumo Hacedor. Sacó adelante a un presidente y a una sucesora como un gesto supremo de su talento político. No le faltó astucia para garantizar que el riñón estuviera cubierto y además en modo combate; no podré ya cesarte pero te puedo llenar de mierda hasta el cogote. Es pena que no cante ni sepa escribir, porque tendríamos a un Betín Osborne con rancheras y un plumilla incisivo a tanto la pieza. Le queda la oratoria, como a Lerroux, don Alejandro.

De momento su Frankestein, ya convertido en asentado Presidente, ha decidido que su puzle tiene una pieza que no encaja en el tablero, porque cada vez que toma una decisión trascendental -histórica, se dice ahora- es para crearle problemas con una ciudadanía sobrecargada. “Sólo sí es sí” ha dejado de ser un lema para convertirse en pesadilla judicial, luego la incorporación de lo “trans” como sujeto transformador, y ahora amenazan con dividir el entramado familiar en una docena de variantes que habrán de estudiarse en los “masters” de la Complutense. El que antaño se consideraba un profeta, cosa que no ha dejado de creer él mismo, empieza a atisbarse como un falsificador. Sostengo que debe más a Alejandro Lerroux, del que probablemente no tiene idea, que a Marx, Gramsci o Laclau si es que en el fondo le interesan más allá de recursos discursivos.

El dueño del puzle ha descubierto a Yolanda Díaz para que haga lo que Pablo Iglesias Turrión ya no es capaz de hacer: ser lo mismo y su contrario. No lo va a tener fácil tras la inauguración de su pantano con 15 tribus partidarias como muro de embalse; ellos se jugarán la vida en mayo y ella los observará hasta diciembre. El electorado puede ser tonto, hay pruebas, pero no lo es siempre.