Tal como están las cosas y en virtud de los éxitos cosechados en todas sus actuaciones nacionales internacionales, no hay más remedio que estimar el gran acierto predictivo de la consigna ‘que te vote Txapote’ que en esta semana le han coreado hasta en Roma, mientras él iba a coleguear con la que hace dos semanas era la cómplice italiana de Vox, Giorgia Meloni, una ultraderechista.

En ocasiones he ponderado el talento especial que Pedro Sánchez tiene como head hunter, clareo que tiene un método infalible: a todos sus ministros y colaboradores los elige con el criterio de su propia imagen. Solo así se explican fichajes como los de sus 17 ministros y los cinco que le nombró Pablo Iglesias, que también tenía ojo clínico para seleccionar acémilas. Y Meritxell Batet y Patxi López y tantos otros. Pero dejadme que como diría Miguel Hernandez, entre todos los tontos de elegía, la mano de mi llanto escoja uno: Fernando Grande Marlasca, el más infame de los ministros del Interior que hemos tenido en democracia.

Él seleccionó a María Gámez para dirigir a la Guardia Civil y no podía acertar mejor con una continuadora ideal para la obra de Luis Roldán Ibáñez y aun pienso que con más aprovechamiento, a juzgar por el número de cargos y sinecuras que ella, su marido y sus cuñados disfrutaron desde que ella empezó a influir en el socialismo andaluz allá cuando los Eres, con nueve cargos  en uno solo de ellos, Bienvenido, qué justicia poética la de su nombre y amontonando pisos con vistas en lo mejor de Málaga, qué gran inmobiliaria, toda ella levantada a base de mordidas.

Tenía mucha maña para las cuentas, pero no solo. Ella fue la secuaz necesaria de Marlasca en la canallada urdida contra el coronel Pérez de los Cobos, transmisora de la orden para que el jefe de la Guardia Civil violara la Ley que le obligaba como policía judicial, esa ley que él conocía perfectamente cuando era juez. Ella fue también el brazo ejecutor de la destitución del coronel. Este tipo es el mismo que calificó a María Gámez como la mejor directora que ha tenido la Guardia Civil en sus 178 años de historia.

Su sucesora, Mercedes González, no quiso quedarse atrás y en su toma de posesión ponderó muy desacomplejadamente la honradez y la honestidad de la Roldana. Y ahí está Marlasca, con sus 93 plantones al Senado. No atendía el Ministerio una llamada del Senado desde 2021, aproximadamente desde que le pitaron el penúltimo penalti al Barça.

Sin embargo habría que ser justo con la pobre Gámez. Se la ha acusado de la trama de los cuarteles. Injustamente. ¿Hay señal más precisa de amor a la excelencia, que pintar las dependencias de la Guardia Civil sin mover los cuadros? Revela el pulso de los artistas. Además, los que tenemos cuadros sabemos que dejan marcas en la pared. Pintar ahí es como barrer debajo de la alfombra.