Alberto Ayala-El Correo

El de ayer fue uno de esos días que cualquier Gobierno firmaría sin pensárselo dos veces. Y es que el paro bajó en otras 74.000 personas en abril en España y el número de afiliados a la Seguridad Social alcanzó la cifra récord de 20,6 millones. Hace pocos años el Gabinete Rajoy soñaba con llegar a los 20 millones. Se quedó en 18.

Los números, muchos números, le siguen saliendo al Gobierno Sánchez. Pero sus perspectivas electorales siguen siendo malas, según casi todos los sondeos, excepto el CIS de Tezanos.

El primer Ejecutivo de coalición de izquierdas desde la Segunda República ha sacado adelante con el consenso de los agentes sociales una minirreforma laboral que está funcionando, aunque sigamos siendo el país europeo con más desempleo. Además ha elevado sustancialmente el salario mínimo, ha actualizado las pensiones según el IPC, ha puesto en marcha un buen paquete de ayudas para los sectores más castigados por la crisis, ha prometido darle una vuelta a las políticas de vivienda y ha logrado que Europa aceptara la excepción ibérica en materia energética, con el consiguiente ahorro, importante ahorro, para millones de familias.

Da igual. Las izquierdas no remontan. Su hegemonía corre peligro en importantes ayuntamientos y comunidades autónomas el 28 de mayo. Y Feijóo parece con más posibilidades de alcanzar La Moncloa, junto a la ultraderecha, que Sánchez en diciembre.

¿La explicación? Los ‘muertos’ políticos que las izquierdas han ido acumulando. ‘Muertos’ como la reforma de los delitos de sedición y malversación –por cierto, que la UE acaba de cuestionar la rebaja de penas para este último tipo penal–; el blanqueamiento de EH Bildu; el volantazo injustificado sobre el Sáhara; los despropósitos migratorios; y, sobre todo, la incomprensible falta de celeridad en reformar la ley del ‘sólo sí es sí’.

Todo ello ha alejado a cientos de miles de votantes del PSOE, pese a su agenda reformista. Amén de que los socialistas siguen sin cerrar la herida interna que supuso la salida y el retorno de Sánchez. Y de las incógnitas que subsisten sobre la ‘operación Yolanda Díaz’, que sólo será buena para las izquierdas si Sumar y Podemos dejan de pelearse.

El PP, mientras, cierra filas y anuncia que Aznar y Rajoy harán campaña de cara al 28-M. Objetivo: arrebatar unas cuantas autonomías a las izquierdas. Los socialistas insisten en caer en trampas de libro como la que les tendió Isabel Díaz Ayuso el 2-M en Madrid. Bolaños nunca debió acudir al acto si no estaba dispuesto a hacerlo con todas las consecuencias. Ello implicaba que sus escoltas le hubieran flanqueado el paso a la tribuna apartando a la jefa de protocolo de la comunidad cuando ‘placó’ al ministro en una escena jamás vista. Margarita Robles debió haberse quedado con su compañero. Y personajes como Lambán, no abrir la boca contra los intereses de su partido. Total: absurdo traspié del PSOE y más votos ultras para Ayuso en su aspiración a ganar por mayoría absoluta. ¿Y Feijóo? Silbando y mirando hacia otro lado.