Miquel Giménez-Vozpópuli

El comunismo ha tenido siempre por norma históricamente hablando superar sus contradicciones con métodos expeditos. Ahí tenemos por vía de ejemplo el piolet que Ramón Mercader le clavó en la cabeza al rival de Stalin, Trotski, solucionando de manera bastante definitiva la rivalidad entre ambos. Excuso decir que el afectado por el piolet hubiera obrado exactamente igual con el otro si hubiera podido. Porque la cortesía versallesca o la sutileza de la política florentina no se hicieron para estos personajes amantes de tumultuosos horrores y regímenes monstruosos.

Ateniéndonos a esos antecedentes comprenderán ustedes que marginar a Irene Montero e Ione Belarra de una lista cualquiera sea casi como un milagro obrado mediante la invocación a Santo Domingo Savio, el Niño Santo. Ah, pero Pablo Iglesias, el que ha oficiado como Sumo Pontífice del comunismo bolivariano y de la apología de un falso feminismo que tiene más de soez y problema psicológico que de reivindicación de las mujeres, ha decretado que no se puede apartar a ambas mujeres de las listas de eso que lleva intentando organizar la antes protegeré de Pablo, Yoli Sánchez. Súmate, Sumémonos, Suma y Sigue, Sumerios Somos o algo parecido, creo. Llega tarde el Archimandrita Rojo, puesto que a ambas las dos no las quieren ver ni en pintura debido, dicen, a que son las peor valoradas de este circo ambulante llamado izquierda a la izquierda del PSOE. Se lo dicen los de Más o menos Madrid, lo que ya es decir, Hay un fondo de amargura en Iglesias que comprendemos. Porque toda esta banda del Mirlitón han nacido al amparo de Pablo: Yoli, Iñigo Errejón, la médica y madre, el matrimonio Kichi, en fin, gente que nada eran y nada son pero que si brillaron un fugaz instante en la cosa pública fue porque Iglesias se lo curró a base de tertulia tras tertulia y soflama tras soflama. Que el pago que reciba este hombre ahora sea un solemne y desagradecido piolet en la cabeza de su señora, qué quieren que les diga, queda feo.

Ateniéndonos a esos antecedentes comprenderán ustedes que marginar a Irene Montero e Ione Belarra de una lista cualquiera sea casi como un milagro obrado mediante la invocación a Santo Domingo Savio, el Niño Santo

Y además es una cobardía como los Himalayas, porque hasta ahora bien que se ha quedado todo el mundo calladito. Decir en estos momentos en los que todo el pescado está vendido que Irene Montero es un desastre y que con ella no se puede ir ni a heredar no tiene ningún mérito. Lo tenía hace uno, dos, tres años, que cuando Iglesias bloqueó en Tuiter a un servidor intuyo que debido a las críticas que por entonces ya vertía acerca de la dama de las chochocharlas. Claro que ni yo soy comunista ni creo que los piolets sirvan para nada más que para dejar cristalino que quien los emplea es un asesino del que la sociedad debe guardarse mucho.

Decir en estos momentos en los que todo el pescado está vendido que Irene Montero es un desastre y quecon ella no se puede ir ni a heredar no tiene ningún mérito

Así anda la izquierda extrema o la extrema izquierda, a golpetazos entre ellos, y mientras unos acusan a Podemos de buscar pactos y alianzas para la creación de una lista conjunta en estas generales con fuerzas como Esquerra Republicana mientras fingen negociar con Sumar, y ojo que esto lo dicen los del diario Público que d VOX no es que sean, los podemíticos chiripitifláuticos se queja amargamente del veto a las dos dirigentes moradas, que digo moradas, moraditas de martirio como la Lirio, que tiene una pena la Lirio. Lo que podría ser un piolet, gracias a Dios, se queda en copla, en copla de la buena. Mi duda es saber qué hay detrás porque, recuerden la letra: “Se dice si es por un hombre, se dice que si es por dos, pero la verdad del cuento, ¡ay Señor de los Tormentos!, la sabe la Lirio y Dios”.

Ya saben, a la mar, maera y a la Virgen, cirios. Y pa duquitas, mare de mi alma, pa duquitas negras, las que tié la Lirio. Mejor duquitas, penas, que el piolet, sin duda. Y que vivan Doña Concha Piquer, la gran Marifé de Triana y mi añorado y entrañable Carlos Cano.