IGNACIO CAMACHO-ABC

  • Trias podrá estar frustrado, pero su llamada al rearme del independentismo es un alegato insurreccional preventivo

Una parte de la Barcelona biempensante y burguesa votó a Xavier Trias i Vidal de Llobatera con la memoria de la Convergencia pujolista en la cabeza: un representante del pragmatismo pactista de las clases medias frente al perroflautismo okupa de Colau y sus huestes antisistema. Un poco,’indepe’, sí, pero a fin de cuentas gente de orden, de buena familia con cuenta en Suiza: en definitiva, un hombre de derechas de toda la vida. En esa Cataluña autocomplaciente casi todo el mundo tiene algún sustrato nacionalista.

Sin embargo el presunto moderado sacó su verdadera cara al perder la alcaldía. No tanto por el rebote que se pilló -«si no salgo alcalde que les den a todos, que les den, que os den»- sino por su abierta defensa del prófugo Puigdemont y de Laura Borràs, condenada por corrupción administrativa, y por su expresa llamada al rearme del frente separatista para echarse al monte en cuanto el Gobierno de España cambie de signo.

Un verdadero alegato insurreccional preventivo contra el previsible triunfo del constitucionalismo. Una invitación a «darles» -¿qué y por dónde, señor Trias?- a todos los que piensen distinto. Caramba con el fino catalanista, el patricio honorable y distinguido.

Por fortuna el PP, escaldado por el error de Valencia, hizo esta vez lo correcto, aunque en el último momento y no sin antes sentir la tentación de pensar que permitir la investidura del candidato de Junts le podría ofrecer un cierto rédito entre esos barceloneses autoconsiderados de centro. El tiempo de duda se hizo eterno; Feijóo estuvo a punto de completar la semana con otro desacierto. Alguien de su entorno debería mostrarle el vídeo del discurso completo de Trias a modo de advertencia de lo que le espera si, como es previsible, logra alcanzar su meta. Un intento de relanzar el ‘procés’ por vía más rápida que lenta y ante el que ya no está claro si los socialistas saldrían en defensa del Estado u optarían por una posición intermedia de remilgados ‘cascos azules’ dispuestos a ofrecer componendas. Los precedentes no invitan al optimismo sobre el grado de compromiso de un partido que lleva cuatro años desconstitucionalizando Cataluña por el método subrepticio.

Por si acaso, la devolución del suprimido delito de sedición al ordenamiento jurídico debería estar entre los primeros pasos del plan de «derogación del sanchismo». Ante la amenaza de ruptura, el Estado necesita instrumentos de protección inmediatos y efectivos. Trias podrá haber sufrido un ataque de frustración, o acaso su jefe de filas le ha contagiado su delirio, pero lo que dice lleva tiempo sonando entre ciertos círculos secesionistas que ven una oportunidad de reactivarse cuando la caída de Sánchez les quite su estatus de socios preferenciales. Sueñan con recuperar cohesión agitando la calle. Y en ausencia de un marco penal desfavorable podrán hacerlo sin que les estorbe nadie.