Del Blog de Javier Elorrieta

Hoy destaco el artículo de Antonio R. Maranjo. A mi juicio uno de los periodistas y tertulianos con mayor capacidad de argumentación, de los que proyectan sensatez en los asuntos de debate, incluso en los que no son estrictamente políticos.

Como ayer era el día del orgullo gay fue pintoresco el asunto de uso de banderas.

Como uno ha vivido en Bilbao la llamada «guerra de banderas» con un día especial a plazo anual, siempre ha tenido como criterio, que cada uno porte y exhiba las banderas que considere en su libre gusto o albedrío. Que en la representación institucional ya hay unas normas. Y que en los edificios oficiales deben estar sólo las oficiales. Salvo algo muy, pero que muy especial y coyuntural.

Cómo los días de orgullo me parecen una anomalía. Porque denotan que en el fondo definen más la insistencia en la diferencia que en la igualdad. Pues no asisto.

Como no asistiría al día del orgullo de los bajitos, o de los gordos, o de los calvos. (Un saludo al ingenioso UTBH, que propugna la «calvocracia»). O de los altos, de los flacos y de los peludos.

Cuando uno vive en un entorno donde se altera la oficialidad normativa del uso de las banderas constitucionales. Donde no se puede usar la bandera de España en privado. Por miedo, más que por desestimiento. Donde su hija, cuando era niña, en un viaje a Londres, viendo las banderas de los Hoteles, con la espontaneidad de una niña exclama:» Aita, hay mas banderas de España en Londres que en BIlbao». ¿Qué quieren que opine de todo este despropósito?

Pues me parece un agobio simplón el abuso de nimiedades en las tertulias como si fueran donde se nos va lo importante de la vida. Esa descompensación sí es un fraude a la opinión pública. Que ciertamente no es la publicada. En eso tenía razón Sánchez. En lo que literalmente dijo. No en su mentirosa intención. Porque la relación de Pedro Sánchez con la mentira es una patología.

Estoy de los temas menores que tratan en las tertulias, mientras se soslayan asuntos con enjundia que inciden políticamente en la vida de la ciudadanía, muy harto.

Ayer en su youtube, el abogado gallego Pablo Franco se preguntaba frente al uso de adjetivos como «super católico». ¿Cómo será ser «super ateo», o «·super-agnóstico»?. Preguntas para tertulianos.

No se pierdan el resto de artículos.

Y ayer decía:

Ya he anotado mi criterio sobre la posibilidad, por un lado, y el deseo, por otro, de las dificultades de volver a Pactos de Estado con el PSOE actual. El que ha evolucionado sus políticas desde la ruptura de los Pactos de Estado que se acordaron en la época de la segunda legislatura de Aznar, y la evolución transcurrida desde el Pacto del Tinell.

Lo he hecho en mis comentarios a los artículos de Nicolas Redondo, con el que participé en el proyecto de la alternativa constitucionalista al Pacto de Estella. Y en mi valoración a lo expuesto por Joaquín Leguina. Que ha tenido a bien recoger el editor de la pag. de La Fundación para la Libertad.

Hoy destaco el apunte de Miquel Giménez a lo expuesto por Nacho Martín Blanco. De quien comparto la valoración personal que tiene de Matín Blanco.

Por eso insisto en que la evolución política partidista en España no permite esperanzas en conseguir aquellas demandas que se exigían a los dos partidos nacionales por parte de los Movimientos cívicos, especialmente formados en Cataluña y el País Vasco.

La síntesis más evidente de la evolución del PSOE la marcan sus dos últimos Secretarios Generales. Uno, ZP, de testaferro del Chavismo y las políticas más retrogradas y liberticidas en Hispanoamérica. Y el otro, Pedro Sánchez, con las políticas más sectarias y de polarización, con un gobierno social-comunista, que ha conseguido hacer descender los parámetros de calidad democrática en la articulación institucional de la división de poderes muy peligrosamente en España.

Ayer le aplaudieron a Pedro Sánchez cuando dijo. » No van a comparar a Yolanda Díaz con Santiago Abascal». En esa falsa asimetria en la que insisten opinadores de diferente condición.

Ciertamente a mí ni se me ocurre. Y no sólo porque presenté en Bilbao un libro de Santiago Abascal, prologado por José María Aznar en los tiempos que estabamos comprometidos en la búsqueda de Pactos de Estado que asentaran una política que no dependiera en la Legislación General de minorías segregacionistas sobrerepresentadas en el marco parlamentario. Donde la Legislación General de la Nación dependía, y sigue dependiendo, de la negociación de privilegios, que no de derechos, de partidos ,no sólo ajenos al interés general, que es sobre lo que se supone se legisla, en las Cortes Generales, sino en la búsqueda de asimetrías de desigualdad y privilegio de unos, a costa de todos.

Y sobre todo porque los comportamientos que evidencian la violencia sectaria, atentatoria de la libertad de expresión, para impedir los actos y presencia de los otros, sólo salen del lado de la denominada «extrema izquierda» y secesionistas . Y no de los del sambenito de la «extrema derecha» que, por cierto, son los que más la sufren.

Debo confesar que los entrevistadores para todo no disponen de formación política, sustentada en datos comparativos, para hurgar en las contradicciones del entrevistado. Sobre todo si éste es de una soberbia y un cinismo inaudito.

Como le pasó ayer Pablo Motos en El Hormiguero con Sánchez.

Por ejemplo, que haya tanto revuelo por una bandera, que ni siquiera es la del arco iris de LGTB, como ha manifestado el conocido youtuber homosexual Infovlog. Y Cuando en el País Vasco. Y no sólo aquí, está discriminada la bandera de España, no deja de ser el síntoma de la esquizofrenia política a la que tanto se contribuye desde el tratamiento informativo general.