Pedro Chacón-El Español
  • Que el nacionalismo vasco es más antiespañolismo puro y duro que una reivindicación coherente de lo propio se demuestra una vez más con el Tour de Francia. 

Nadie puede discutir la relevancia del Tour de Francia o la afición al ciclismo de los vascos, que acuden en masa a las etapas pirenaicas de la prueba francesa. El País Vasco alberga pruebas destacadas del calendario internacional. También ha dado figuras señeras del ciclismo, así como marcas patrocinadoras y hasta legendarios fabricantes de bicicletas.

Razones, desde luego, no le faltan al Gobierno vasco para que este año venga el Tour al País Vasco. Y que lo haga, además, con un nivel de presencia que supera de largo los contados precedentes en los que alguna etapa entró en tierra vasca o navarra, al tratarse en esta ocasión de nada menos que de las tres primeras etapas. Todo un grand départ, como se anuncia en la promoción del evento.

Pero hay algo en esta historia que resulta particularmente hiriente por lo que denota de discriminación hacia lo español.

«Lo que los espectadores vamos a ver será a la Ertzaintza cortando carreteras y abriendo paso para que los gendarmes motorizados encabecen y escolten al pelotón»

En las etapas que van a discurrir por tierra vasca, el Tour va a disponer del mismo sistema de seguridad que rige en suelo francés. Así, hasta cuatro cuerpos de seguridad franceses (la Gendarmerie, los gendarmes motorizados de la Garde Republicaine, así como helicópteros y hasta los bomberos franceses conocidos como pompiers sauveteurs), van a escoltar al pelotón, del mismo modo que lo hacen en Francia.

La organización dice que van a actuar coordinados con la Ertzaintza y que el mando último residirá en esta. Pero, en realidad, lo que los espectadores vamos a ver será a la Ertzaintza cortando carreteras y abriendo paso para que los gendarmes motorizados encabecen y escolten al pelotón.

Es una sensible diferencia respecto a lo que ocurre en la Vuelta Ciclista a España, donde los guardias civiles ni asoman por las etapas que transcurren en tierra vasca con el argumento de que la Ertzaintza tiene competencia absoluta sobre la seguridad en el País Vasco.

Se ve que ese principio no rige para el Tour.

Más que respeto por la tradición del Tour, lo que hay aquí es papanatismo nacionalista vasco hacia Francia. Porque nadie se ha atrevido desde la organización a exigir que los cuerpos de seguridad franceses se abstengan de abrir y cerrar la carrera. Que es lo que sí le exigen a la Guardia Civil cuando la Vuelta Ciclista a España pasa por el País Vasco.

Un papanatismo que viene de lejos y que resulta particularmente sangrante cuando vemos cómo tratan en Francia todo aquello que en el País Vasco español resulta sagrado para los nacionalistas (y que, por cierto, recibe del gobierno español una comprensión y consideración completamente ausente en los franceses).

Para empezar, en Francia el euskera no existe a nivel oficial, ni en la enseñanza ni en ninguna otra esfera de la Administración. Hasta tal punto, que los apellidos vascos no se pueden registrar en Francia en ortografía eusquérica, como sí lo pueden hacer en España.

Allí, los vascofranceses no tienen ni la centésima parte de competencias que cualquier comunidad autónoma española. Y, aun así, a los nacionalistas les gusta más Francia que España.

«Jean-René Etcheverry es recibido por el lehendakari Urkullu con más honores que cualquier otro presidente de comunidad autónoma española»

Un ejemplo que lo ilustra todo. En Francia hay una aglomeración de municipios vascos, dentro del departamento de Pirineos Atlánticos, que rige en lo que es el País Vasco francés y cuyas únicas competencias reseñables son el agua, el alcantarillado y las basuras. Ya saben, esa factura que nos llega del ayuntamiento y la suministradora de agua cuando toca. Esa es su única competencia.

El presidente de esa aglomeración se llama Jean-René Etcheverry, un nombre de pila genuinamente francés y con un apellido eusquérico escrito al modo francés. Nada de Etxeberri o cosa similar. Pero en España sí se puede escribir al modo que prescribe Euskaltzaindia (el trasunto vasco de la RAE).

Jean-René Etcheverry, sin embargo, es recibido por el lehendakari Urkullu con más honores que cualquier otro presidente de comunidad autónoma española.

Esta preferencia por lo francés sobre lo español en el nacionalismo vasco no es circunstancial o coyuntural. Sabino Arana lo hacía notar ya en sus escritos. Como cuando asistió a un congreso ortográfico en Hendaya para unificar la forma de escribir en euskera a ambos lados de los Pirineos. Congreso que acabó como el rosario de la aurora y así sigue hasta hoy, sin criterio homogéneo respetado por la parte vascofrancesa.

Al fundador del nacionalismo vasco no se le ocurrió en aquella ocasión otra cosa que rechazar que se hiciera ninguna de esas reuniones ortográficas en el País Vasco español: «Al lado izquierdo del Bidasoa nunca debemos reunirnos, mientras las circunstancias no varíen». Y la razón que daba era que «los del lado derecho no podrán comprender cuán grande peso se nos quita de encima a los patriotas de acá y cuán intenso placer experimentamos al pasar de la mano izquierda a la derecha del Bidasoa y sentirnos así libres del yugo español sin salir de tierra vasca».

Y esto lo decía cuando ya en la parte española estaba en vigor, desde 1878, el régimen de conciertos económicos que conocemos hoy, con su famoso cupo y todo. Es decir, la joya de la autonomía vasca actual.

Las instituciones vascas (gobierno autónomo, diputaciones, ayuntamientos), todas en manos del PNV, han pagado una enorme cantidad de dinero (se habla incluso de doce millones, aunque el montante completo se oculta) para que venga el Tour al País Vasco. Y la Ertzaintza, ante la indignación nada disimulada de las autoridades nacionalistas, está aprovechando el evento para pedir mejoras económicas.

Veremos cómo acaba todo esto. Pero, sobre todo, lo que veremos seguro es a la Garde Republicaine francesa escoltando al pelotón del Tour en tierra vasca.

*** Pedro Chacón es profesor de Historia del Pensamiento Político en la UPV/EHU.