IGNACIO CAMACHO-ABC

  • En vez de disimular y cambiar de tercio, Sánchez está arrastrando su tropiezo con aires patéticos. Ha perdido el oremus

La campaña está en bucle desde la noche del lunes, cuando Sánchez perdió el oremus, el debate y probablemente el Gobierno. Cualquier persona que lo aprecie un poco le aconsejaría disimular, pasar página y cambiar pronto de tercio pero él y quienes le estén asesorando se han empeñado en arrastrar el fracaso con aires patéticos. Quiere empatar el duelo a posteriori, fuera de lugar y de tiempo, y lo más asombroso es su incapacidad para darse cuenta de que cada pretexto justificativo vuelve más patente su desconcierto. Da penita verlo lamerse las heridas y acusar al rival de embustero, como esos tahúres desplumados que se quejan de que alguien ha hecho más trampas que ellos. Ahora la ha tomado también con los sondeos, culpables de reflejar un retroceso que sólo el inefable Tezanos es capaz de negar en su esforzado empeño de hacer el ridículo hasta el último momento. Ni siquiera se fija en que ha empezado un discreto cambio de registro de sus más entusiastas trompeteros.

La ofuscación del sanchismo ante el batacazo es tal que continúa aventando con manoteos de rabia los argumentos electorales que le causan más daño. Cada vez que el presidente o sus portavoces intentan rebatir la consigna de «que te vote Txapote« se clavan a sí mismos otro clavo. Aparte de lo estrambótico que resulta ver a un presunto estadista dolerse con tono frustrado de un vulgar ‘meme’ como si tuviese una piedra en el zapato, cualquier estudiante de comunicación política le recomendaría, manual de Lakoff al canto, salir cuanto antes del marco mental que más favorece al adversario. Menudas minervas le están aconsejando. Qué puede salir mal si en pleno aniversario de Miguel Ángel Blanco te pones a mentar a todas horas al autor de su asesinato y a chapotear, con perdón, en un fango del que no hay modo de salir bien parado. Lo raro del caso es que el estrago en intención de voto sólo sea de tres o cuatro escaños.

El problema es que ya no tienen más munición y no les queda otro recurso que el de invocar el «tenebroso» fantasma de la ultraderecha. Spoiler: tampoco va a funcionar salvo que se conformen con que Vox crezca para poder agitar –a posteriori, cuando pierdan– la oposición callejera. No ha funcionado en ninguna de las seis elecciones parciales previas y no lo hará en ésta, donde el plebiscito sobre Sánchez es el tema principal, la idea de mayor fuerza. Ocurre que la campaña socialista se basaba en una única estrategia y el debate la puso en clara evidencia. Es tarde para darle la vuelta y además sólo hay un responsable, que es el líder que se echó las posibilidades de remontada a cuestas para acabar disipándolas con tanta soberbia como torpeza. Debe de ser difícil de encajar que te vapulee un tipo al que desprecias desde la superioridad de la burbuja de poder madrileña. Pero hay maneras y maneras de perder y ésta revela un severo déficit de inteligencia.