Cristian Campos-El Español
 

De la entrevista con Alberto Núñez Feijóo que hoy publica EL ESPAÑOL se deducen algunas conclusiones interesantes. La primera, que Vox necesita más al PP de lo que Feijóo necesita a Vox.

Porque Vox jamás gobernará en España si no es de la mano del PP (necesitaría 30 puntos más de voto para ello, asumiendo que ningún partido le concederá jamás su abstención para que gobierne). Pero el PP sólo necesita un 2% más de los votos para gobernar sin Vox.

La segunda, que Feijóo no le dará a Vox ni un centímetro más de aquello a lo que le obliguen los resultados electorales y (en su caso) la negativa del PSOE a facilitar su investidura. Si Vox entra en el gobierno será porque el PSOE ha querido, no porque así lo haya decidido Feijóo. 

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Feijóo podría aferrarse sin complejos a la política de bloques que Pedro Sánchez ha alimentado durante estos últimos cuatro años. Manejada con habilidad y dos o tres grados menos de crispación, esa política populista podría darle más réditos de los que le ha dado a Sánchez. Pero no parece Feijóo un producto del maquiavelismo más extremo (el fin justifica los medios si los fines son los míos y los medios, también los míos) ni alguien que busque desesperadamente el poder por el poder. 

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El nombre del ganador de las elecciones parece claro hoy. El del presidente del Gobierno dependerá de cuántos españoles comprendan que hay elecciones en las que el voto útil, como dice hoy el editorial de EL ESPAÑOL, es más útil que nunca. Es el caso de estas.

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Feijóo confía en una catarsis en el PSOE que conduzca a su abstención en la investidura. Puede que la haya si el partido queda por debajo de los 100 escaños. La batalla será encarnizada entre 100 y 110. Entre 110 y 120, Sánchez dirá que el ganador de las elecciones ha sido él porque su batalla jamás ha sido con la realidad, sino con las expectativas. Y con 115 escaños, Sánchez se proclamará de nuevo rey de Ferraz. 

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La mayor parte de los españoles cree que Feijóo lo gestionaría todo mejor que Sánchez excepto las políticas sociales, que son la tradicional última trinchera de los partidos de izquierdas. Intuyo que los españoles responden eso por pereza: «La derecha gestiona mejor, lo reconozco, ¡pero la izquierda es más compasiva!». Ese es el pensamiento por defecto del español medio, el grado cero del barbecho mental, la grieta de las excusas por la que el votante de izquierdas introduce su voto en la urna.

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En realidad, el mecanismo mental que explica esa pequeña reserva mental es obvio. Reconocer que la derecha lo gestiona mejor todo en términos generales, incluidas las políticas sociales (que necesitan de los impuestos generados por las políticas económicas de derechas), invalidaría de raíz el voto a los partidos de izquierdas. «Si la derecha lo gestiona todo mejor que la izquierda ¿por qué voto a la izquierda?». 

Las políticas sociales son el clavo ardiendo del que cuelgan millones de derrotados por la realidad. 

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Los peajes figuran probablemente en el Top 5 de impuestos/tasas/gravámenes más impopulares entre los españoles junto con los impuestos a la herencia, los impuestos a la compraventa de bienes inmuebles, los impuestos «verdes» y el IRPF. Pero no parece que haya una escapatoria fácil para Feijóo dado el compromiso (o ‘compromiso de estudiar un posible compromiso’ dependiendo de a quién le preguntes) adquirido por Pedro Sánchez con la Unión Europea para su implantación en 2024. 

Este diario ha defendido en sus editoriales la implantación de los peajes por razones perfectamente razonables, pero tampoco estamos ciegos en la redacción de EL ESPAÑOL: los españoles, de forma mayoritaria, no quieren pagar por el uso de las autovías. Feijóo tiene un problema entre las manos. Pero también es cierto que a la UE los peajes, en realidad, le son indiferentes. Lo que quieren es que reduzcamos el déficit.

La respuesta que da Feijóo en su entrevista en EL ESPAÑOL es impecable. Porque ¿con qué autoridad la misma UE que ha permitido a Pedro Sánchez endeudarse hasta las cejas y de forma pantagruélica pretende ahora exigirle a su sucesor que pague la cuenta del restaurante ejecutando los recortes que jamás ejecutó el gobierno culpable de ese déficit? El populismo tiene consecuencias, y Bruselas no ha sido menos populista que el propio Sánchez. Que asuman ellos las consecuencias de sus errores de juicio. 

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El PP ha pedido la ampliación del plazo para votar por correo. Razonable, a la vista de los problemas que se prevén durante la semana que viene. De momento, la Junta Electoral Central lo ha descartado, quizá por buenos motivos. Pero estas son circunstancias excepcionales (ningún presidente había convocado jamás unas elecciones generales en plenas vacaciones de verano) y la respuesta debería ser por tanto excepcional.

A veces, algunas ramas del Estado deben defender a los ciudadanos de las malas decisiones de otras ramas del Estado

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Anteriores entregas de Maldades en campaña:

Día 1: Empieza fuerte la campaña: Yolanda propone amordazar a los medios

Día 2: El mejor escenario para Sánchez nos conduce a segundas elecciones

Día 3: Estas elecciones las va a ganar quien tenga más ganas de ganarlas

Día 4: El PP no se está enfrentando a sir Winston Churchill, sino a Sánchez

Día 5: Sánchez ha desaprovechado su última bala pegándose un tiro en el pie

Día 6: A los votantes de Vox les gusta más Feijóo que a los del PSOE Sánchez

Día 7: La campaña entra en su fase más cínica

Día 8: Con seis debates como el de ayer, toda España votaría en blanco

Día 9: Sánchez todavía tiene margen de mejora