Iñaki Ezkerra-El Correo

  • No cuela esta resurrección intempestiva de ZP ni la de esa vieja guardia que le sigue

Ha sido la nota inesperada de la campaña electoral: la irrupción de un Zapatero hiperactivo y dramático, subido de tono y cargado de santa indignación. Zapatero se ha lanzado a la piscina mediática con la urgencia del socorrista que viera a un niño a punto de ahogarse. El niño es Pedro Sánchez y el hecho de que su antecesor lo vea tan necesitado de socorro solo prueba eso: que no lo considera capaz de nadar por sí mismo. ¿Se está postulando Zapatero como sustituto de un Sánchez quemado al asumir el liderazgo de una campaña de la que no es candidato? El problema que ha tenido esa extemporánea resurrección del maestro es que ha incurrido en el mismo error de su alumno: se ha puesto a levantar la voz en un crispado monólogo que solo demuestra, no su preocupación por las víctimas del terrorismo, a las que tiene el valor de invocar en vano, sino por salvar los muebles del PSOE en la cita del 23-J.

Zapatero ha llegado a decir que, con su invocación a Miguel Ángel Blanco en el debate con Sánchez, Feijóo ha roto todos los consensos de cuarenta años y el acuerdo sagrado de no usar el terrorismo en la batalla partidista. Como si no fuera él quien burló ese consenso firmando con el PP el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo en el mismo año 2000 en que Eguiguren andaba entrevistándose con Otegi en secreto y a espaldas del Gobierno de Aznar. Como si no fuera él quien volvió a burlar ese consenso en medio de los atentados del 11-M y en las elecciones más traumáticas de la historia de España que le dieron el poder en 2004. Como si no fuera él quien rompió de nuevo dicho consenso el 17-M de 2005 con la moción de negociación con ETA y el 25-O de 2006 llevando su unilateral ‘proceso de paz’ a Estrasburgo. ¿De qué consensos habla quien dinamitó toda la cultura de la Transición y en nombre de qué víctimas habla quien tuvo a la AVT movilizada en la calle contra él durante sus dos legislaturas?

No. Querer hacer de un tipo tranquilo como Feijóo la gran amenaza para los avances sociales de toda la historia de la democracia es algo que no cuela. No cuela esa resurrección intempestiva de ZP ni la de esa vieja guardia que le sigue como una suerte de ejército de los muertos vivientes. Lo más llamativo de este Zapatero sanchizado, sin talante, entregado al destajismo mitinero, es su tono mesiánico, esa ira divina, ese modo de abroncarnos, ese teatral «por favorrr» que repetía en la entrevista de Julia Otero. Como si le hubieran mentado a la madre. Como si tratara de salvar a la Humanidad de un inminente desastre cuando éste sólo consistiría en la normal y saludable alternancia democrática en el poder. La verdad es que este Zapatero en acción, estajanovista y desgañitado, da más miedo que Ortega Smith.