Iñaki Ezkerra-El Correo

  • El secesionismo catalán no está a la baja sino en un desdoblamiento pragmático

Es uno de los lugares comunes en los análisis de la resaca del 23-J: tirar contra Vox y sus excesos en la campaña, que sin duda, los ha tenido y que no son casuales sino genéticos. Tanto ha sacado pechito y ha enseñado la pelambre política ‘Santi y cierra España’, que ha acabado ‘nadando en la ambulancia’ más que en la abundancia con la que soñaba. No digo yo que la pelambre sea anticonstitucional. Simplemente no es la mejor credencial para postularse como solución a los desafueros del adversario. El problema que ha tenido Abascal con Feijóo, su pareja de baile electoral en estos comicios, es que éste hacía como que no le conocía. El problema, sí, es que Vox se pasa y el PP no llega.

Por no atreverse, Feijóo no se ha atrevido ni a jugar la carta economicista que jugó en su día Rajoy o que jugaron por él los propios efectos visibles, aunque retardados, de la crisis. Rajoy renunció a encarar la batalla ideológica, pero no tenía a su lado el lastre de un Vox que evidenciaba esa renuncia y tuvo a favor una coyuntura que lo presentaba como el gestor que arreglaría las cuentas que había dejado temblando el zapaterismo. De este modo, la referencia del 23-J no es el 20-N de 2011 sino el 9-M de 2008, aquellas elecciones que Rajoy daba por ganadas y que perdió al toparse con un PSC capaz de obtener 1.689.911 votos de un nacionalismo catalán que sabe desdoblarse utilitariamente en las generales. En aquella ocasión, dicho electorado se movilizó porque en 2006 Zapatero le había prometido íntegro el nuevo Estatut que el Constitucional no echaría atrás hasta el 28 de junio de 2010.

En esta ocasión, Sánchez ha jugado la misma carta catalana que jugó Zapatero y ha obtenido esos 1.213.006 votos que no alcanzan, pero recuerdan aquellos imprevistos resultados. Yerra quien piensa que el secesionismo catalán está a la baja cuando en lo que está es en ese desdoblamiento pragmático. Las únicas siglas que podían haber rascado una pequeña parte de la ola de votos que ha recogido el PSC eran las de C’s, pero ese partido se ha hecho el enésimo harakiri a cambio de un voto útil para desalojar a Sánchez de La Moncloa que se ha revelado inútil. Aquí el único voto útil que ha habido es el de ERC al PSC. Y no para echar a Sánchez sino para mantenerlo.

En nombre de una falsa utilidad, desaparece C’s, pero quedan el Vox que ha perdido porque se pasa y el PP que no ha ganado porque no llega. Y es que mientras el centro se identifique con conformismo, desistimiento, perfil bajo, inoperancia, inanición, cesión y concesión, volverán, como las golondrinas de Bécquer, los oscuros populismos en tu balcón sus nidos a colgar. Hoy bajan, pero volverán a subir mañana. Esa es la lección que Sánchez ha aprendido para mal y la que Feijóo no ha sabido aprender para bien.