Solo falta que les permitan hablar

Una característica esencial que el periodismo español ha mamado de la política es la incompetencia en el uso de las  metáforas. Ayer mismo, El País titulaba a cuatro columnas en portada con una absolutamente inadecuada: “PSOE y Sumar buscan una pista de aterrizaje para Junts”.

No es original, sino un plagio de la acuñada por el PNV en el verano de 1998. Se trataba de diseñar una pista de aterrizaje para ETA y en realidad se construyó una pista de despegue para los que antes estaban en el llano. Los más memoriosos del lugar recordarán aquel agosto en el que el PNV y EA firmaron con ETA un compromiso para tratar al PP y al PSOE como ahora mismo trata el PSOE al PP. Fue un despegue espectacular para los partidos nacionalistas incruentos que los llevó en septiembre a suscribir el pacto de Lizarra. Tanto despegaron los de Garaikoetxea que quince años después todavía sigue Eusko Alkartasuna integrada en EH Bildu.

No hace falta ser adivino para saber en qué se va a convertir esa pista de aterrizaje en la que actúa como jefe de operaciones Carles Puigdemont. Tanto despegó el PNV de HB que se va a plantar ante  las próximas elecciones autonómicas como el segundón de Arnaldo Otegi, un Poulidor tras Anquetil.

Ha pasado una semana desde el 23-J y las consecuencias apenas nos han dejado dos motivos de satisfacción. Pequeños, de una intensidad de diez amperios, aunque no sabemos cuánto nos van a durar. El primero es que el ministro del Interior ha dado su brazo a torcer después de la sentencia del Supremo y ha anunciado que va a enmendar la tropelía cometida contra el coronel Pérez de los Cobos, reponiéndolo en su cargo de jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid. El segundo, que el escrutinio del voto CERA ha arrebatado un escaño al PSOE para dárselo al PP. Hay otro motivo de alegría: que el escaño 16º del PP en Madrid va a ser para Carlos García Adanero, el pundonoroso diputado de UPN durante la legislatura pasada, un hecho de justicia.

Decía, sin embargo, que la alegría será breve. Nada nos garantiza que la infamia de Interior no vuelva a perder la confianza en Pérez de los Cobos. Tampoco debemos confiar en que el PP dé muchas ocasiones de lucimiento en la tribuna de oradores a su nuevo diputado madrileño, aproximadamente las mismas que ha tenido Cayetana Álvarez de Toledo, reducidos ambos a culiparlantes por usar el término de Márquez Reviriego. A sus compañeros, qué le vamos a hacer, les gusta más Cuca Gamarra.

El nuevo escaño nos va a encarecer un poco más a todos la Presidencia de Sánchez. Nada que él no esté dispuesto a pagar por alto que sea el precio, que a escote nada es caro. Si la negociación se pusiera bronca, siempre le quedaría al felón el recurso de acogerse al magisterio de su ilustre antecesor, Fernando VII, cuando propuso el 10 de marzo de 1820: “Marchemos francamente y yo el primero por la senda constitucional” y disolver de nuevo las cámaras con la intención de ganar las nuevas elecciones.

Todo es posible si confiamos en el buen pueblo español. Mientras tanto, y con las vacaciones por delante, ‘carpe diem’ como dijo el gran Horacio hace más de 20 siglos.