IGNACIO CAMACHO-ABC

  • ¿Desistiría Vox de reclamar ministerios si la investidura de Feijóo tuviese probabilidades verosímiles de éxito?

Preguntar no es ofender, así que aquí va una pregunta sin ánimo de molestar a nadie, y menos a los susceptibles votantes de Vox, por otro lado tan estrictos en el juicio a adversarios, socios y hasta amigos. La cuestión es la siguiente: ¿el anuncio de respaldo incondicional al intento de investidura de Feijóo es un gesto responsable, lleno de generosidad y sensatez constitucionalista, o un brindis al sol a sabiendas de que el éxito de esa votación es muy improbable? ¿O tal vez las dos cosas, fruto la primera de la segunda? Planteémoslo de otras maneras: ¿se habría producido tal renuncia de existir una posibilidad verosímil, objetiva, de mayoría conjunta? ¿Desistiría el partido de Abascal de exigir parcelas de poder a cambio de su colaboración en el supuesto de que un gobierno de los populares fuese razonablemente factible? ¿Estamos ante una desinteresada recapacitación táctica o ante una maniobra para eludir las críticas al manifiesto afán de ocupar sillones de mando en municipios y autonomías?

Imposible saberlo, como sucede con todas las especulaciones contrafactuales, por legítimas que resulten. Existen al respecto tres hechos ciertos, reales, no hipotéticos. El primero es que Feijóo y Abascal se entrevistaron la semana pasada y a continuación –¿’post hoc, ergo propter hoc’?– Vox expresó su decisión de apoyar al candidato del PP sin contrapartidas ministeriales. Un paso correcto en la medida que ése es sin duda el criterio de la mayoría del electorado de ambas siglas. El segundo consiste en que en cuatro de los cinco acuerdos territoriales suscritos hasta ahora, la formación verde ha reclamado con obstinación, y obtenido no sin porfía, vicepresidencias, cargos institucionales y carteras gubernativas. Y el tercero, que en los parlamentos de las comunidades autónomas las dos derechas reunían mayorías matemáticas claras, tangibles, mientras que las probabilidades de alcanzarla en el Congreso son política y estadísticamente residuales dada la correlación de fuerzas surgida de las elecciones de julio.

A partir de aquí las conclusiones quedan al albedrío de cada cual, sin perjuicio de que en todo caso un partido está en su derecho de solicitar contraprestaciones en un pacto de esta clase. (Y bien que lo podremos comprobar en otro eventual mandato de Sánchez). Habrá quien piense que por qué ahora y no antes, siendo así que las alianzas regionales y el ruido que las acompañó ejercieron influencia decisiva en los siguientes comicios. Habrá asimismo quienes afirmen que las circunstancias son diferentes y cada una requiere un tratamiento distinto. Otros podrán argüir que siempre es mejor no cuestionar las motivaciones si el resultado final constituye un acierto. Y no faltarán tampoco los que objeten que hay poco riesgo y menos mérito en aparentar desprendimiento cuando la expectativa de obtener compensaciones está muy lejos.