JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC
- El autogolpe lo protagonizarán un camorrista y un forajido majareta. Europa nos mira perpleja, pero eso es lo de menos
Condenada España. «Este país de todos los demonios», soltó Gil de Biedma, y luego coló al gobierno en versos libres. Hay que echarle valor. El punto filipino fue el último representante elegante de la española élite anti España, «intratable pueblo de cabreros». Qué le vamos a hacer con esta tradición. Lo de Gil de Biedma eran ecos resonando en un diletante aburrido, no dejó de reconocerlo. Autoodio ilustrado. Una tendencia a detestarse que merece estudio y reflexión. La lacra viene del trastornado Bartolomé de las Casas, salta de zascandil en zascandil y alimenta desde casa la leyenda negra, rebota en el regeneracionismo, explota en el 98, generación con desastre, de luces oscuras, cobra en Ortega forma de cura europea y se contagia a sus compañeros de la Agrupación (de intelectuales) al Servicio de la República, tan pronto arrepentidos porque «no es esto, no es esto». En diciembre del 31 ya lo vio, pero fue la columna que había publicado un año antes en ‘El Sol’ la que selló el descrédito fatal, irremisible, de la monarquía. «El error Berenguer» fue el artículo que desahució a Alfonso XIII, con su celebérrimo ‘Delenda est Monarchia’. Hay que tener muchísimo cuidado con las columnas.
Muertos los años de la elegancia indolente, comprendidas las necesidades que hacían insufrible la España del franquismo a Gil de Biedma, permanece el desprecio infinito que el país siente hacia sí mismo. Veo a los cabreros con corbata y parece una profecía autocumplida. Pero no. España ya no nos duele como a don Miguel: nos huele. Cómo te va a doler un país que libremente vota lo que vota. Huele, insisto. Huele a podrido en las instituciones porque aquellos que debían administrarlas transitoriamente han preferido hacerlas suyas y convertir lo pasajero en definitivo, trocar la democracia en autocracia subidos a la oclocracia. Que esta renuncia masiva a la libertad, a la verdad, a la transparencia y a la prosperidad se encarne en un tipo como Sánchez parecerá esperpéntico. No. Ya ni el esperpento es lo que era.
Mira a Sánchez, prácticamente no es nada, escúchale. Pues está a punto de liquidar la etapa histórica del milagro español. Falta la gracia del esperpento valleinclanesco, hay solo aberración. Una devastadora. He dicho milagro, y lo mantengo. No otra cosa, vista nuestra historia contemporánea, describirá lo que empezó en el 76 con la autodisolución del franquismo para coronarse en una Constitución de verdad en el 78. Las podredumbres de hoy son las propias de la posmodernidad, de la realidad líquida, de la vidas eminentemente virtuales, futbolísticamente antagonistas de unos ciudadanos que vuelven a temer la libertad y a vitorear las cadenas. El autogolpe lo protagonizarán un camorrista y un forajido majareta. Europa nos mira perpleja, pero eso es lo de menos. Lo jodido es que nosotros nos miramos y regresan todos los fantasmas de nuestra secular condena.