Miquel Giménez-Vozpópuli

El acto del PP contra la amnistía se convirtió en el último mitin de las anteriores elecciones o en el primero de las próximas. Que convocasen sólo los populares quizá haya sido un error por parte del sanedrín genovés, que prefiere capitalizar una oposición que no da para que Feijóo llegue a la Moncloa en lugar de capitanear esa inmensa masa de españoles que, aunque no sean del PP, podrían votarlo si éste no se empeñase en pasar los días menospreciando a VOX.

Dicho esto, es obligado decir que el acto fue bien, incluso muy bien. Una concurrida asistencia descartando algoritmos oficiales y oficiosos. Servidor, hasta que no vea a un ingeniero del estado salir a decirnos cuantas personas caben por metro cuadrado pasa de cifras policiales, partidistas y adversarias. Pero una duda me asalta, como lo hace Hacienda regularmente: ¿no será lo de este domingo un intento a la desesperada para barrer debajo de la alfombra política una realidad que se vislumbra trágicamente posible? Sin ambages: es posible que Feijóo, salvo milagro o meigas, no alcance los votos necesarios para su investidura y, por el contrario, el emperador del Falcon, junto con la hez de la política, lo logre. Por cuatro escaños. Nunca una nación se precipitó en el abismo por tan poco diferencia, fruto de una política de oposición relajada cuando no contemplativamente colaboradora con quienes desean liquidar nuestro sistema democrático.

Pero una duda me asalta, como lo hace Hacienda regularmente: ¿no será lo de este domingo un intento a la desesperada para barrer debajo de la alfombra política una realidad que se vislumbra trágicamente posible?

Se preguntaba el otro día en Tuiter, X o como se llame ahora el invento de Elon Musk cómo es que el PP no ha empezado a dar la vara en el Senado, donde tiene mayoría absoluta, solicitando la creación de comisiones de investigación acerca de todo lo investigable perpetrado por Sánchez, que es mucho, y como era posible que haya aceptado los pinganillos – lo de Borja Semper hablando en vascuence es de fuera de concurso, flor natural y gladiolo de plata – o como convocan una manifestación en solitario a pocos días de la manifestación de Sociedad Civil Catalana en la que estarán todas las asociaciones y partidos, incluido el PP, por supuesto, que defienden la Constitución y a España.

Hay gente del PP de toda la vida que se hace preguntas cuando escucha a Feijóo decir que prefiere a uno del PNV que a uno de VOX, pero que, fiel, va, se manifiesta y que se cree que las cosas todavía van bien. Pero cuidado, porque esa gente y mucha otra son quienes se rompen las manos a aplaudir cuando sale Isabel Díaz Ayuso. Ella fue la que se llevó el gato al agua en aquel, insistimos, acto de partido, mitin o reunión de vecinos, llámeselo como se le llame. Ayuso es, hoy por hoy, el mejor activo que tienen los populares y su grito “¡De ninguna manera!” ante la traición sanchista acabó siendo el eslogan de aquella masa que desea escuchar a un líder fuerte, coherente, valiente y sin complejos nacionalistas.

Y sí, Aznar, Rajoy e incluso Feijóo estuvieron bien. Pero con Ayuso a la gente le brillaban los ojos, porque Ayuso es quien mejor encarna ese posible mariàge de raison entre PP y VOX sin el cual nada será posible en España

Lo que debía ser un simple saludo protocolario – tras ella hablaban Aznar, Rajoy y el mismo Feijóo – fue un chorro de aire fresco. “¡Ayuso, Ayuso!” gritaban ante la que es ya lideresa natural de los populares. Y ella, sonriente, desgajaba con palabras precisas lo que la gente de bien espera escuchar: “Si Sánchez se deja humillar, allá él. Nosotros, de ninguna manera”. Y sí, Aznar, Rajoy e incluso Feijóo estuvieron bien. Pero con Ayuso a la gente le brillaban los ojos, porque Ayuso es quien mejor encarna ese posible mariàge de raison entre PP y VOX sin el cual nada será posible en España. Y por qué, qué carajo, vale mucho. Tanto como su mayoría absoluta, como haber echado a Pablo Iglesias de la política o tener la virtud de llamar al pan, pan, y al vino, vino. Conclusión: podrían haberse ahorrado la cosa. Con decir que Ayuso hablaría, habría acudido la misma gente. Ojito, o incluso mucha más. No me extraña que los suyos la teman tanto como sus adversarios. Porque tiene casta y madera de líder. Pero de líder de verdad. ¿Amnistía? De ninguna manera. Presidenta, le debo una Mahou. O dos.