Ignacio Camacho-ABC

  • Sánchez, Puigdemont y Zapatero: la tripleta perfecta para culminar el desguace del sistema que empezó hace dos décadas

EL mayor acierto que podría cometer Sánchez –sí, cometer– sería oficializar a Zapatero como mediador de las negociaciones con Puigdemont y garante de los probables acuerdos. El trío de ases perfecto para culminar el tránsito del régimen constitucional hacia otro nuevo cuyas características carecen aún de diseño pero se irán definiendo solas si la operación tiene éxito. Un aventurero, un orate y un zascandil: no existen en España tres personajes más idóneos ni más competentes para convertir el Estado en una especie de mecano con las piezas desparramadas a la espera de que alguien sepa montarlo. El vivo cuadro de esta política desquiciada en la que un delincuente prófugo recibe trato de honorable dirigente exiliado, un terrorista sin arrepentir pasa por hombre de paz, un separatista insolidario se inviste de progresista por simple imposición de manos y una insurrección institucional se convierte por arte de magia (jurídica) en impecable avance democrático.

Esa tripleta constituye la expresión exacta del proyecto esbozado por ZP hace dos décadas. El nacionalismo rupturista como aliado de un imbatible frente de izquierdas. La misma idea con que el ex presidente abordó sus conversaciones con ETA: nos entenderemos sin problemas si aceptáis deponer la violencia y cavaremos juntos una trinchera que nunca podrá atravesar la derecha. Logrado ese objetivo le tocó a Sánchez normalizar al independentismo catalán mediante la absolución de la revuelta, tarea en la que encontró la complicidad de Pablo Iglesias y la comprensión de Junqueras, al que la estancia en prisión le despejó la cabeza. En principio Puigdemont no figuraba en la plantilla prevista, pero sus siete imprescindibles escaños obligan a incluirlo en la alineación de salida. Un equipo de Champions: Pedro de delantero centro, Yolanda en la portería, Carles, Arnaldo y Oriol como defensas de cierre y José Luis de todocampista, con Francina como árbitra casera y Cándido en el VAR para dar validez al ‘offside’ de la amnistía.

Por supuesto que también es posible recurrir, si se trata de prestigiar el invento, al fichaje de un intermediario extranjero. Siempre hay por ahí algún irlandés del norte, algún sudafricano o algún noruego con experiencia en esta clase de arreglos. Cuanto más exótico mejor daría el pego. Zapatero ya se ha buscado sitio como propagandista en los medios: le gusta el papel y se faja con brío en el esfuerzo de reivindicar un legado de no muy buen recuerdo. Al fin y al cabo es el autor intelectual del concepto, el progenitor del modelo, su mentor estratégico, el precursor a cuya visión de futuro le faltó algo de suerte y de tiempo. Ahora ha llegado el momento de concluir el trabajo, de cerrar el círculo gracias a su discípulo más aventajado. Justo cuando Otegi se ha atrevido a hablar de rehenes sin pensarlo demasiado. Otegi. Rehenes. En Palestina, claro. Acabarámos.