TEODORO LEÓN GROSS-ABC

  • «No incluirá delitos de corrupción». Mentira. Los incluye, y también de terrorismo

Admitámoslo: mucho más fascinante que el entusiasmo de Pedro Sánchez engañando a su clientela, es el entusiasmo de esa clientela por dejarse engañar. Absolutamente fascinante. Pocas veces se ha visto una pasión así para que te mientan, ya sea por miopía o por sectarismo o simple estupidez, o todo combinado en distintas dosis. Por supuesto, el ‘trumpismo’ no son las mentiras de Trump, sino un gran público dispuesto a aplaudirlas… y el sanchismo no es diferente.

«Es la voluntad de las urnas». Falacia. En las urnas, el bloque sanchista o Frankenstein sacó 171 y la derecha 172. Junts, derecha carlistona, nunca estuvo en la ecuación. Han comprado su cuota de siete escaños y a qué precio.

«179 pero no aceptan la democracia». Falacia. Claro que 179 es una mayoría clara, pero no se cuestiona la aritmética sino la ética, o sea, el precio ilegítimo pagado para sumar: la amnistía.

«Antes amnistía que extrema derecha». Falacia de falso dilema. Aquí no se elige entre Puigdemont o Vox, sino entre el precio de Junts o volver a las urnas. Nada lo impide. Sánchez en 2016 trató de hacerlo hasta tres veces.

«Pretenden deslegitimar la voluntad de las urnas desde la calle». Falacia. ¿O sólo es legítimo cuando se manifiesta la izquierda ante las sedes del PP o las instituciones?

«Es constitucional», sentencia Bolaños. Y es falaz también la jurisprudencia. En la agresión a la separación de poderes, Moncloa también pretende ser el TC.

«No es una iniciativa del Gobierno sino de los grupos parlamentarios», le dijo Bolaños al comisario europeo Reynders. Mentira. La ha presentado un ministro del Gobierno sin ningún grupo más.

«No incluirá delitos de corrupción». Mentira. Los incluye, y también de terrorismo. ¿Hay algo, siquiera algo, en lo que no vayan a mentir?

«Escolta a Puigdemont por incremento de la peligrosidad». Mentira. Es otra humillación que impone Puigdemont al Estado: escoltar a un fugado de la Justicia. Y el sanchismo ha pasado también por caja.

«Nuestro país con esta ley va a ser más habitable». Falacia. Que sea más habitable para Puigdemont, el golpista blanqueado, y para Sánchez, comprándose una investidura, no se puede generalizar. Una democracia degradada nunca es más habitable.

Si llegado a este punto, te crees todo eso, el problema no es Sánchez, sino tú. Las mentiras del sanchismo serían imposibles con una clientela crítica en lugar de un simpatizante sumiso de «sí, bwana», como en los viejos chistes. Todo lo sucedido obedece a una única razón: comprar la investidura, y al precio que sea, incluso el altísimo precio fijado por Puigdemont. Sánchez ha pagado porque conoce el entusiasmo de los sanchistas, a quienes la verdad les importa una higa. Como sucede con el ‘trumpismo’.