Ayer se habló de la futura ley de amnistía en el Parlamento Europeo con el resultado previsible en un chau chau sin votación. Estoy de acuerdo, sin qque sirva de precedente con el titular de El País: “Bruselas ve en la amnistía un asunto interno pero la seguirá de cerca”. Los más acérrimos, como Público, El Plural y Nachete Escolar se quedaban con el sintagma inicial, ‘asunto interno’, olvidando lo demás. Demos la vuelta a su inane discurso. ¿Estarán de acuerdo con Kissinger  en aquel 23-F de 1981 en que dijo que el golpe de Tejero era “un asunto interno de los españoles”? Pues eso.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha entregado una carta a los integrantes de su Ejecutivo en la primera reunión del Consejo de Ministros que tuvo lugar ayer en la que les llamaba a cumplir los compromisos asumidos. «Honremos la palabra dada y pongamos el máximo empeño en cumplir los compromisos asumidos ante una ciudadanía que lo merece más que nunca». “Prometo por mi conciencia y honor”, dijo el gañán en su toma de posesión ante el Rey. José Fernández Torres le replicó en Twitter: “Cien gramos de mortadela tienen más conciencia y honor que tú, Pedro”. Manuel Artero apostilló: “Incluso si lleva aceitunas”. Y Borja Jiménez tiraba de analogía para hacer entender al flamnate presidente: “Que tú prometas por tu conciencia y honor es como si yo prometo por mi Lamborghini y mi Rolex. No tenemos, Pedro, no tenemos”.

El mismo Pedro Sánchez ha ratificado en su cargo al fiscal general del Estado a Alvaro García Ortiz horas después de haber sido descalificado por el Supremo y por 18 fiscales. Tan fiel a sí mismo el tío: allá donde hay un corrupto, un incompetente o sencillamente un tonto de baba, aparece Sánchez para reivindicar: “este (o esta, claro) para mí. Hoy hay dos fotos: la de Pedro Sánchez en Moncloa, flanqueado por sus cuatro vicepresidentas, cuatro yeguas del Apocalipsis y otra en el mismo lugar en la que la foto de familia es una recreación del camarote de los Marx: el y sus 22 en anarquía total: no hay dos ministros o ministras que miren hacia el mismo lado. Las dos las publica El Mundo.

Pedro Otamendi: TVE entrevista a un argentino desolado por la victoria de Javier Milei en las elecciones. Y se les olvida señalar que es un asesor de Más Madrid”.

Una argentina que se llama Micaela le ha dirigido una endecha a la ya ex ministra de Igualdad: “Irene, como argentina con hinos que tuvieron que irse del país para poder luchar por un presente y un futuro; como currante que sufre u 140% de inflación, como compatriota de un 57% de niños pobres que no comen dos veces al día, como paciente de un sistema de salud que suspende intervenciones quirúrgiicas por falta de insumos, te digo de todo corazón: andate a la mierda”.

La ministra de Investigación que ahora es también de Universidades, ha perdido el flequillo a lo Príncipe Valiente, ha anunciado su intención de aumentar las becas para facilitar el acceso a un bien público que es clave. Lo sé de primera mano; sin las becas universitarias que promovieron Gobiernos socialistas, hoy no sería ingeniera y no estaróia aquí hablando como ministra”. Esto es el adanismo, Federico, creer que el mundio se inaugura con ellos. Esta pobre mujer ni siquiera sospecha que años antes de que ella naciera tú y yo, por citar los dos ejemplos que ahora mismo tengo más cerca, estudiábamos con becas del Patronato de Igualdad de Oportunidades. Becas rurales se llamaban y no las creó el PSOE: era en pleno franquismo.

Cristina Pardo se asombraba por el despecho de Ione Belarra y de Irene Montero en el momento del adiós:  “Ha habido muchos momentos destacados, entre ellos uno que me llamó mucho la atención, las duras críticas de Ione Belarra e Irene Montero al presidente del Gobierno en el traspaso de sus carteras. Chica, si no te gustaba el presidente del Gobierno, podías haber votado en contra el día la investidura. Pero hombre, votar a favor del presidente del Gobierno y después arremeter sin ninguna contemplación contra Pedro Sánchez porque no te ha nombrado ministra cuando. además, llegaste a la política porque no te importaban los cargos, sino cambiar las políticas…”