Cristian Campos-El Español
 

1.Seamos serios. No existe un solo argumento jurídico, político o moral razonable en defensa de la amnistía a los delincuentes del procés. Ni siquiera el de la razón de Estado. Quizá por eso el pleno en el Congreso sobre la Ley de Amnistía se convirtió en una sesión de control a la oposición, y la sesión de control en el Senado, en una sucesión de monólogos con los que los ministros del PSOE respondían con un hiperbólico «y tú más» a cada intervención del PP. Pero ¿qué otra cosa podría haber hecho el Gobierno? 

2. Si a Félix Bolaños le preguntaban sobre el lawfare, el ministro respondía con una pregunta retórica (nadie espera ya respuestas en la política española) sobre la Gürtel y la Kitchen. Si a Nadia Calviño le preguntaban sobre el estado de la economía española, la futura presidenta del BEI respondía que se considera «española, patriota, demócrata y tranquila», como podría haber respondido que es vegana y del Atlético de Madrid. 

3. Uno se ha acostumbrado ya a que la política española se haya convertido en una escenificación teatral diaria. Pero comienza a ser urgente que trasladen ambas cámaras a la Gran Vía, en algún punto entre el Lope de Vega y el Capitol, para no llevarnos a engaño sobre lo que podemos esperar de nuestra clase política.  

4. Una en favor de Sánchez. Raras veces el presidente hace acto de presencia en los plenos en el Congreso si el resultado de la votación está asegurado. Y una en contra. La importancia nuclear de la Ley de Amnistía para el futuro de la democracia española exigía su presencia en el Congreso. Más incluso si se tiene en cuenta que sólo 24 horas antes el presidente había dedicado su mañana a promocionar su libro, haciendo uso, por cierto, de medios públicos, frente a catorce ministros. Cuestión de prioridades.

5. En línea de nuevo con los intereses del PSOE, Vox dedicó su tiempo en el Congreso a arremeter contra el PP. «Nunca me sumaré al linchamiento del señor Feijóo por su foto con el narcotraficante Marcial Dorado» vino a decir Santiago Abascal, que es lo mismo que hacen los periodistas de la prensa rosa cuando dicen en televisión «no me sumaré a esas personas que llaman gorda a mi amiga X» cuando nadie ha llamado gorda a su amiga X. Hasta ese momento, claro. Porque una vez abierta la puerta y mentada la soga en casa del ahorcado, «gorda» es lo más amable que van a llamarle a X. Al menos ahora sabemos que en Vox han leído a George Lakoff

6. Probablemente la principal víctima colateral de la Ley de la Amnistía sea la amnistía del 77. Intuyo que la comparación entre aquella medida de gracia, que nos condujo a todos los españoles en línea recta a la democracia, y esta, que ha conducido en línea recta a Pedro Sánchez a la Moncloa, pretende que la concesión a Carles Puigdemont ascienda hasta las alturas morales del perdón del 77. Pero lo que no entiende Patxi López es que cuando se compara la amnistía del 77 con la del 23 no se está elevando esta última a la generosidad democrática de la primera, sino rebajando la Transición a la categoría de vulgar componenda política en beneficio de unos cuantos delincuentes.  

7. Es probable, incluso, que esa consecuencia indeseada, la de la degradación de la Transición, no sea tan indeseada. Puede incluso que sea el objetivo principal y que el perdón a Carles Puigdemont y sus delincuentes asociados sea sólo un MacGuffin. ¿Y si la pieza de caza mayor es la Constitución y el beneficio colateral, la investidura? 

8. Dice Patxi López que «la propia Constitución nace de una amnistía. No la incluyó, pero tampoco la excluyó». Tampoco excluyó el canibalismo, Patxi, pero no por eso los españoles vamos arreándonos mordiscos por la calle. 

9. El que avisa no es traidor, sino avisador, y el independentismo catalán lleva mucho tiempo avisando de que la amnistía no tiene «nada que ver» con el perdón de sus delitos o con la convivencia, como defiende el PSOE, sino que es un primer paso hacia un referéndum de independencia al que ellos no han renunciado en ningún momento. Está negro sobre blanco en el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados y el PSOE no podrá alegar desconocimiento, sorpresa o inevitabilidad cuando llegue el momento.

10. Alberto Núñez Feijóo ha citado siete motivos para oponerse a la amnistía: es un fraude, es corrupción, es injustificable, va contra la convivencia, supone una regresión democrática, es contraria a la separación de poderes y es una humillación al pueblo español. Es difícil ponerle un pero a esos siete motivos, con los que estaban además de acuerdo hace apenas tres o cuatro meses todos los socialistas que hoy defienden la amnistía. Pero ahí va una reflexión para politólogos y constitucionalistas: un sólo OK, el del Tribunal Constitucional, convertirá todos esos motivos en papel mojado. 

11. No deja de ser irónico que el PSOE pretenda ahora que los tribunales condenen a Santiago Abascal por delito de odio. ¿Acaso sus insultos no son un ejemplo paradigmático de conflicto político que no debería judicializarse, sino resolverse por vías exclusivamente políticas? ¿Amnistiará el Gobierno a Abascal si los tribunales llegan a condenarle? ¿Podría considerarse esa condena como un ejemplo de lawfare