TEODORO LEÓN GROSS-ABC

  • Sánchez va a pelear, lo hace ya obsesivamente de plató en plató

La amnistía ya estaba descontada antes del trámite parlamentario; ahora sólo queda la batalla del relato. Una vez que la ley tuvo luz verde desde el pacto de la vergüenza de Waterloo como precio por el poder, el PSOE ya sólo actúa guiado por una obsesión: blanquear el episodio para dignificar este capítulo oscuro. Desde hace semanas repiten las palabras concordia, convivencia, reencuentro, exprimiendo ese campo semántico con fe en la vieja regla goebbelsiana: «una mentira repetida mil veces se convierte en verdad». Al sanchismo sólo le queda percutir día a día con el beatífico relato de la concordia –las palabras provocan en el oyente la sugestión de estar ante algo real, como advierte Durandin– y confiar en las tragaderas de su clientela.

Sánchez tiene una obsesión: pasar a la Historia. Màxim Huerta reveló hasta qué extremo paranoico le pesa eso. Spoiler: este episodio, una vergüenza irreparable, le perseguirá. Probablemente, la amnistía será un fracaso a medio plazo; ayer mismo ERC elevaba la puja al referéndum y Junts refrendaba sus planes indeclinables de independencia. La opción de vender el alma al diablo ya se sabe cómo acaba. Claro que Sánchez hará lo necesario por pelear el relato; y pelear es su mayor valor. Sin duda confía en que este periodo histórico marcado por la posverdad, por el desprecio partidista hacia la verdad, vaya a su favor y los 179 escaños sirvan de aval para aquello que escribió Orwell en los años de la guerra: «la historia la escriben los vencedores». Sánchez está en ello, como Churchill: «La historia será generosa conmigo, puesto que tengo la intención de escribirla». Es exactamente a lo que se dedica, con sus Bolaños y Patxis divulgando las mentiras del argumentario con el mismo aplomo desahogado del jefe.

La Historia previsiblemente no será indulgente con Sánchez, porque rara vez lo es con quien trafica no con su dignidad sino con la dignidad colectiva. Ya no se trata de mercadear votos por poder, algo al alcance de cualquiera, sino de aceptar pagar con la amnistía desguarneciendo al Estado ante futuras tentativas de secesión, y todo empaquetado en el sonrojante relato independentista de 1714 a 2017. Leer lo firmado por el PSOE con Junts comprando una versión de la Historia no ya falsa sino humillante para España –como escribe Oscar Uceda en su reciente ‘Cataluña, la Historia que no fue’, no hay otro lugar en Europa con esa obsesión por construir una Historia ficticia, financiada por la administración– debería ser suficiente para que el sanchismo acabe mal. Pero nada es suficiente. Sánchez va a pelear, lo hace ya obsesivamente de plató en plató, por blanquear el relato de la amnistía con un equipo sin escrúpulos y un aparato mediático impúdico. ¿Puede ganar la oposición? Debería, pero no basta con tener la razón, además hay que tener talento. Y aún está por ver que el PP –mientras Vox se empeña en un frentismo altisonante que beneficia al PSOE– vaya a dar la talla.