El Tinell se ha acabado, presidente, y los nacionalistas no van a estar con ustedes contra el PP a cualquier precio. Si el PP gana las generales y accede a pagar el precio que se le pida, apoyarán al PP. La gente es interesada y egoísta y los nacionalismos han redescubierto la subasta. Haría falta otro partido nacional con treinta escaños. Para acabar con las pujas.
He tratado, mi señor Zapatero, de ponerme en su pellejo para analizar los resultados electorales del domingo. Dejemos a un lado el penoso asunto de Madrid de acuerdo con la metodología Blanco. Si sacamos de nuestro análisis ese raro accidente sociológico que es la capital de España, su partido habría ganado las elecciones municipales por 230.000 votos. «Madrid, capital de la gloria» escribió Alberti; «¡Madrid, Madrid; qué bien tu nombre suena,/ rompeolas de todas las Españas!/ La tierra se desgarra, el cielo truena,/ tú sonríes con plomo en las entrañas», garabateó Machado en 1936 en un papel que su hermano José encontró a su muerte en el bolsillo de su gabán. Los poetas, ya se sabe, están en su nube y es difícil tomárselos en serio cuando bajan a tierra para instalarse en el realismo social; Gamoneda sólo hay uno, presidente. Salvo que el plomo en los adentros fuese una afortunada metáfora machadiana de los votos del PP, nuestros poetas de entonces no conocían esa ciudad llena de arpías con abrigos de visón. Madrid es un vivero de la derecha extrema, no es que le haya engañado su fino instinto de ‘head-hunter’ al proponer a Sebastián para alcalde. Incluso el legendario cinturón rojo de Madrid votó a doña Esperanza, no le digo más.
Sin embargo, entiendo su satisfacción, no tanto la alegría del PP. Una cosa es que hayan salvado los muebles, y otra que consideren las elecciones del domingo como uno de los misterios gozosos del Rosario. Aunque estas elecciones no hayan sido la tumba electoral de Rajoy, los resultados avalan uno de los magnos proyectos con los que usted empezó la legislatura: el proceso prosigue. Ahí están los excelentes resultados del PSE y ahí esa magnífica oportunidad de apear a UPN del gobierno navarro, condición necesaria para satisfacer una de las exigencias fundamentales de ETA y Batasuna y que pueda seguir el baile. En su lugar, yo adelantaría las generales y dejaría gobernar a Sanz hasta entonces y si gana las generales, zas, moción de censura.
Quién nos iba a decir que el PSE iba a superar al PNV en Guipúzcoa. Es verdad que aún estamos lejos del modelo catalán que inspiró a los socialistas vascos. Si Batasuna quisiera legalizarse, otro gallo cantaría. Podrían ustedes constituir un tripartito alternativo, a poco que Imaz no haya escarmentado en la cabeza de estratega de Artur Mas, que aún no ha terminado de arrepentirse de la tontería del notario.
El Tinell se ha acabado y los nacionalistas no van a estar con ustedes contra el PP a cualquier precio. Si el PP gana las generales y accede a pagar el precio que se le pida, apoyarán al PP, presidente. La gente es interesada y egoísta y los nacionalismos han redescubierto la subasta.
Felipe ya se sorprendió cuando CiU pactó con Aznar en el 96. También lo hizo el PNV. Y lo volverán a hacer si pagan. Por eso haría falta otro partido nacional con treinta escaños. Para acabar con las pujas.
Santiago González, EL CORREO, 29/5/2007