A un juez de verdad no lo asusta

JUAN CARLOS GIRAUTA-EL DEBATE
  • Acaso creyeron que son gente fácil de acojonar, y que señalándolos a través del tuit de una ministra cualquiera, o en la entrevista de otra ministra más cualquiera todavía, cejarían
Es hora de arrojar luz sobre sus vergüenzas. Los taquígrafos ya vendrán. García-Castellón, impertérrito frente a la jauría de lobos conocida como Gobierno de España, prorroga de momento medio añito la investigación de los terrorismos presuntos. No acaba de convencerle la tesis de Bolaños (terrorismo es lo que yo te diga). Estaban salivando con el asesinato civil del juez en la boñigosfera (de la que Azúa acaba de largarse asqueado tras el despido de Savater por razones de opinión), cuando ¡zas! Salta su colega Aguirre: toma indicios de traición. En un sentido coloquial, ya sabíamos que Puchi, y Junqui, y los forajidos, y los que pisaron el trullo eran una banda de traidores. Aunque no más que Sánchez, padrecito y líder carismático de la boñigosfera. Pero lo que se les viene es el delito de traición, asunto técnico. A primera vista, lo veo presente en las movidas de los fantasmas separatistas y los agentes de Putin. El tiempo empleado por el personal en leer novelas malas –ya que no se lo dedicarán a Dostoievski– que lo empleen al menos en enterarse de lo que ya medio mundo conoce: la guerra híbrida, las granjas rusas de bots, su papel cuando el golpe de Estado. La mentirosa propaganda en redes, tan masiva, tan concentrada, tan tóxica. La desestabilización como objetivo de Putin en Europa, en el Brexit, en el golpe catalán, donde haga falta y cuando más daño se inflija. Presuntos terroristas y en nada presuntos traidores, la canalla separatista a la que Sánchez rinde sumisión. Por la mañana gallito y por la tarde humilladito.
Me parece que han calculado mal lo de los jueces. Acaso creyeron que son gente fácil de acojonar, y que señalándolos a través del tuit de una ministra cualquiera, o en la entrevista de otra ministra más cualquiera todavía, cejarían. Ja. Marlaska, antes de su pacto con el diablo, se jugaba el tipo. A él corresponde contar a sus colegas del Gobierno de Viva la Gente, esa multitud ministerial, que uno, como hombre, puede ser cobarde, pero como juez no. Que los jueces que se arrugan o corrompen son excepción porque en esa carrera prima la responsabilidad, el peso de la toga. Cuando la toga te pesa demasiado puedes quebrarte y llenarla de polvo del camino, ojo. O sea, que tiene que pesar, pero no tanto. Lo bastante para que preserves la dignidad del cargo. Eso no lo preveía la boñigosfera, cuyos perrillos se lanzan a mordisquear a quien su dueño señale. Ni siquiera deshilacharán la falda de las togas, pues son como capas de Superman. Fíjate tú, igual por la vía del cómic logramos interesar sobre su futuro, su libertad y sus derechos a los millones y millones de españoles que no salen a la calle. No para protestar por la amnistía: para comunicar al Gobierno que no habrá amnistía. Y que cuanto más se alce el sometido dictadorzuelo Sánchez, más dura será la caída. Read my lips.