PEDRO GARCÍA CUARTANGO-ABC

  • Cuando uno escucha el victimismo de Míriam Nogueras en el Congreso y sus insultos a los jueces, la fantasía del presidente roza el desvarío onírico

Sánchez casi nunca defrauda en sus entrevistas y tampoco lo hizo ayer en ‘Al rojo vivo’, el programa de Antonio Ferreras. Muchas de las preguntas y las respuestas giraron en torno a la ley de amnistía, que el Gobierno confía en sacar adelante.

Afirmó que esta norma es «reparadora» y que la situación en Cataluña no ha hecho más que mejorar desde que él llegó al poder. Y responsabilizó al PP de lo sucedido en 2017, cuando el Parlament aprobó las leyes de desconexión y Puigdemont declaró la independencia. Aseguró que fueron los errores de Rajoy, que utilizó las cloacas del Estado contra los independentistas, los que propiciaron el levantamiento. No atribuyó ni la menor responsabilidad a los dirigentes del ‘procés’, a los que ahora hay que tratar con «contención y templanza» para restañar las heridas.

Por el contrario, volvió a referirse a esa «fachosfera que huele a naftalina», señaló que a la derecha le gustaría escuchar el ‘Cara al Sol’ en Eurovisión (sic), que el PP practica «la ley del embudo» y que utiliza la amnistía para atizar el odio y derrocar al Gobierno legítimo.

Dejando al margen su obsesión por dividir a la sociedad entre buenos y malos, lo más llamativo de la entrevista fue su intento de reescribir el pasado. Según se desprendía de sus palabras, todo lo que pasó en Cataluña fue culpa del PP mientras que los independentistas fueron víctimas inocentes a las que hay que restituir sus derechos.

Decía Sartre que «incluso el pasado puede modificarse como los historiadores no paran de demostrar». Ahora, tras un ejercicio de amnesia, Sánchez pretende hacernos olvidar que él mismo apoyó el artículo 155, que prometió juzgar a Puigdemont y que calificó de «rebelión» las actuaciones del independentismo.

Ya se sabe que quien ejerce el poder tiene la potestad de reescribir la Historia. Lo hemos visto muchas veces. Pero lo que resulta insólito es un cambio de opinión en tan escaso plazo de tiempo y con total desprecio de esa verdad que él identifica con la realidad. El PP gestionó mal el desafío del independentismo, pero quienes vulneraron la ley, amenazaron la convivencia y sembraron el odio fueron Junqueras y Puigdemont. ¿Ha olvidado Sánchez el cerco de miles de personas y lo que gritaban a la secretaria judicial que había accedido a la Consejería de Economía, que tuvo que huir por el tejado? Es un pequeño ejemplo de lo que sucedió durante el ‘procés’ y de la insumisión a las leyes y las resoluciones del Constitucional.

Cuando uno escucha el victimismo de Miriam Nogueras en el Congreso y sus insultos a los jueces, la fantasía del presidente roza el desvarío onírico. Por mucho que ahora intente blanquear los hechos, la conducta del independentismo fue antidemocrática y delictiva. Se puede reescribir el pasado, como intenta Sánchez, pero no cambiarlo.