EDITORIAL-EL ESPAÑOL

Los vítores con los que varias personas jaleaban en la noche del viernes los trompos y maniobras evasivas de los criminales que arrollaron y acabaron con la vida de dos agentes en el puerto de Barbate ofrecen un testimonio escalofriante de la cronificación de la cultura delincuencial en Cádiz.

Que hubiera energúmenos gritando «dale fuerte, «la Guardia Civil a chuparla» y animando a las narcolanchas a que embistieran «con dos cojones» demuestra que existe un segmento de la población gaditana de parte de los traficantes, y que considera a la Benemérita un enemigo.

Más allá de los ocho detenidos por el ataque, el Instituto armado debe identificar también a quienes han celebrado que los agentes «se ahoguen» y detenerlos por apología de la violencia e implicación indirecta.

El fenómeno narco está viviendo un inquietante auge en la desembocadura del Guadalquivir, que se ha convertido en una auténtica autopista por las que sus embarcaciones campan a sus anchas.

Estas mafias sanguinarias ya le han perdido el respeto a las fuerzas del orden y se pasean por la zona pavoneándose. Pero el atropello mortal constituye un salto cualitativo en la escalada, y la gota que ha colmado el vaso para el pueblo de Barbate. También para la fiscal antidroga de Cádiz, que en alusión a los responsables políticos ha sentenciado «que no vengan al funeral si no dan medios»

Cientos de ciudadanos se han concentrado para gritar «basta ya» frente al Ayuntamiento y exigir la dimisión de Fernando Grande-Marlaska. Mientras tanto, el ministro del Interior, que ni siquiera se ha personado en la localidad, se comprometía desde la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz a poner todos «los medios que sean necesarios para afrontar esta situación», asegurando que los narcos «han dado en hueso duro [con este Gobierno] y no se saldrán con la suya».

Llega demasiado tarde Marlaska a la reacción contundente. Porque no se trata de «no permitir ningún asesinato más», sino de haber evitado que se produjese ninguno. Interior ya estaba avisado de que en cualquier momento podría ocurrir una tragedia.

La mayoría de las asociaciones de guardias civiles han coincidido en exigir la dimisión de Marlaska y en denunciar que llevaban varios años alertando de que la situación en Cádiz se estaba agravando. También, exigiendo de forma recurrente al Ministerio «más medios y más personal para luchar contra unos delincuentes que se han adueñado» del Campo de Gibraltar.

La última Memoria Anual de la Fiscalía General del Estado señalaba que en el último año habían disminuido las acciones contra el narcotráfico en Andalucía, concretamente en Cádiz y en el Estrecho de Gibraltar, que es por donde entra la mayor cantidad de hachís en Europa. Y se atribuía esa «menor presión policial» a «la desaparición del grupo de élite de la Guardia Civil OCON-Sur» a finales del verano de 2022.

Que las demandas de la Benemérita no han sido atendidas por el titular de Interior lo prueba, además del atropello fatal, que la patrullera del GEAS que se acercó a identificar a los tripulantes de la potente y moderna narcolancha era una pequeña zódiac neumática. El abandono por parte de Interior resulta más flagrante cuando se descubre, como ha hecho EL ESPAÑOL, las tres patrulleras del Servicio Marítimo se encuentran averiadas desde hace varias semanas, lo que ha llevado a un responsable del Instituto armado a declarar a este periódico que «enviaron a los agentes a la muerte» en un dispositivo sin garantías.

De ahí que uno de los testigos que grabó el incidente se preguntara si «esa lancha de mierda» era la de la Guardia Civil, a lo que otro replicó que «no tienen otra cosa». Además, una decena de narcolanchas (pese a estar prohibidas) circularon y se guarecieron del temporal con toda tranquilidad en el puerto de Barbate durante los dos días previos al ataque. Y estaban fondeadas en las aguas próximas esa misma mañana.

El desamparo institucional de los cuerpos de seguridad en el Campo de Gibraltar deja a los agentes expuestos a unas mafias que actúan con cada vez más impunidad, lo que lleva a muchos a pedir el traslado. Por eso resulta indignante que Marlaska asegure que los narcos están «cada vez están más acorralados», en un nuevo episodio de renuncia a asumir responsabilidades por una crisis derivada en desgracia, y que se suma a su larga lista de graves desatinos como ministro del Interior.

No puede demorarse ni un día más el aumento de la dotación de recursos materiales para la Guardia Civil de Cádiz, la recuperación de las unidades especializadas de lucha contra el narcotráfico, el refuerzo de la plantilla de efectivos y la declaración de Zona de Especial Singularidad.