Alberto Ayala-El Correo

Chantaje consumado. La ley de amnistía superó en el Congreso, ayer sí, el primer obstáculo para convertirse en realidad en dos meses. Lo hizo después de que, por enésima vez, el Gobierno Sánchez vulnerara su palabra y tragara con las exigencias de Junts per Catalunya (JxC) para intentar que Puigdemont no quede fuera.

Desde el PSOE -con Sánchez ‘huido’, en estudiado viaje oficial a Brasil y Chile- se trató de adornar con trompetería y envolver en celofán de decisión histórica lo que es otra renuncia política del Gobierno para mantener el apoyo de los posconvergentes y que la legislatura no salte por los aires. ¿Hasta cuándo? Es la gran incógnita. En especial tras el estallido del ‘caso Koldo’, que se agrava de día en día con nuevas revelaciones.

Aun así, parece evidente que el Ejecutivo coge oxígeno para llegar al menos hasta las autonómicas catalanas de febrero de 2025. Entonces la guerra sin cuartel ERC-JxC es previsible que dispare de nuevo la pulsión independentista. Más aún si desde la Asamblea Nacional Catalana (ANC) se logra alumbrar otra lista en favor de la unilateralidad.

La decisión del PSOE de aceptar las exigencias de Junts y ligar la amnistía a la normativa europea en materia de terrorismo y alta traición para que alcance a Puigdemont parece una apuesta inteligente para sortear el políticamente sospechoso cerco de jueces como García Castellón. Siempre, claro, que así sea y la futura norma reciba el marchamo de constitucionalidad del TC. Y sortee también la probable cuestión prejudicial que sin duda elevara el Supremo a Europa.

El bloque de investidura insiste en que la amnistía servirá para la reconciliación entre catalanes y para la normalización entre ese territorio y el resto de España. Las manifestaciones desde Junts, con Puigdemont a la cabeza, no invitan al optimismo. Al contrario. Y es que mientras ERC parece haber renunciado a la unilateralidad, es decir a saltarse la ley, como ocurrió durante el fracasado ‘procés’, el expresident fugado mantiene intacta tal posibilidad.

A la espera de acontecimientos, lo evidente a día de hoy es que la amnistía merece el rechazo mayoritario de los ciudadanos, excepto en Cataluña y Euskadi. También de un sector del PSOE. Además de ayudar a incrementar la polarización gracias a la sobreactuación y las prisas de un PP que sigue disparando políticamente a todo lo que se mueve en lugar de medir los tiempos. La izquierda, sin duda, lo agradece.

Despejado el horizonte inmediato de la legislatura, es probable que tengamos Presupuestos. Queda por saber si para 2024 o ya para 2025. Como pronto las Cuentas para este año no podrían aprobarse hasta junio o julio con lo que no es descartable que el Gobierno centre sus esfuerzos en 2025.

¿Unas Cuentas de izquierdas? Con medidas progresistas, seguro. Pero también con otras que no lo serán y que plantearán Junts y el PNV. Este último en plena batalla preelectoral en Euskadi singularmente dura con EH Bildu, a quien trata de oscurecer con la violencia callejera parte del blanqueamiento que le ha regalado Pedro Sánchez.