ISABEL SAN SEBASTIÁN-ABC

  • Si a Puigdemont se le antoja ser investido ‘president’, Sánchez ordenará que tengamos ‘president’ amnistiado

La política española ha caído tan bajo, se ha degradado de tal modo, que, gane quien gane mañana, el destino de Cataluña estará en manos de un prófugo de la justicia. Un golpista irredento y cobarde, huido en el maletero de un coche tras ver fracasar su intentona, de cuyo pulgar dependen la poltrona de Pedro Sánchez y por ende el Gobierno de España. Hasta ese abismo de humillación nos ha arrastrado este presidente.

Por extraño que parezca en términos de coherencia, los sediciosos que, al menos, asumieron sus actos y se quedaron para hacer frente a su responsabilidad penal van a sufrir un duro castigo en las urnas. ERC está en caída libre, al igual que los Comunes asociados a Yolanda Díaz. No seré yo quien lamente este descalabro de la izquierda, pero confieso que me repugna el éxito de la ultraderecha ‘nacionalista’ encarnada en Puigdemont.

Las encuestas auguran que el vencedor de la contienda será Salvador Illa, cuya capacidad de decisión se sitúa entre el cero y la nada. Él sabe, como sabemos todos, que no será en Barcelona sino en La Moncloa donde se determine quién se coloca al frente de la Generalitat, teniendo en cuenta que al caudillo sanchista los catalanes y sus problemas se la traen al pairo. Su única preocupación consiste en garantizarse el disfrute del poder, y para conservarlo habrá de pagar el importe que determine el fugado, propietario de los siete escaños más valiosos de cuantos alberga a día de hoy el Congreso de los Diputados. De modo que, si al líder de Junts se le antoja ser investido ‘president’ con el respaldo de los socialistas, tendremos ‘president’ amnistiado, mal que le pese al bien mandado que ha puesto Sánchez de candidato. Lo cual trae a colación la cuestión del voto al PSC y el presunto constitucionalismo. ¿De verdad hay aún quien piensa que la lista encabezada por Illa representa la defensa de la Carta Magna? ¿Tan engañados están quienes escogen esa papeleta? ¿Tanto les ciega el sectarismo? Votar al socialismo catalán es perfectamente lícito, no lo discuto, pero desde luego no es avalar con tu sufragio la vigencia del Estado de derecho y la unidad nacional, sino apoyar a un partido cuyo máximo líder se ha entregado al separatismo con tal de gobernar a pesar de haber perdido. Únicamente tres formaciones enarbolan en Cataluña actualmente la bandera constitucional, a costa de sufrir el correspondiente acoso por parte del independentismo rampante. Se trata de Ciudadanos, PP y Vox. Condenada la primera a desaparecer tras desertar de la batalla sus representantes más destacados, resulta en extremo penoso asistir a la pugna que libran las otras dos por el derecho de primogenitura en una comunidad donde lo que está en juego es la existencia misma de España. La división es letal. El voto útil, más importante que nunca.