Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Una de las principales razones en las que se basa la afirmación del presidente Pedro Sánchez para calificar de «cohete» la velocidad de marcha de la economía española es la de haber alcanzado la relevante cifra de los 21,3 trabajadores cobijados en el sistema. Una cifra que, en relativo, no nos permite abandonar los puestos de cola en la clasificación por países de la Unión Europea, pero que supone sin duda un hito en nuestra historia.
Comparados con nosotros mismos y sin entrar en detalles como el drama del paro juvenil, el empleo en España va bien. Pero el ruido del cohete que al parecer sube a la estratosfera no puede ocultar algunos hechos sorprendentes. Como por ejemplo que mientras sube el número de ocupados baja el número de horas trabajadas: un 0,3% en el primer trimestre, que es una cifra menor, pero que crece hasta un significativo 3,9% frente al nivel prepandemia.
Y eso sucede antes de que el Gobierno de coalición saque adelante su propuesta de reducir por ley la jornada laboral a las 37,5 horas semanales sin previa reducción del salario. Visto de otra manera impresiona más. En la semana de referencia, cuando se obtuvieron los datos, un total de 2,8 millones de empleados no acudieron a su puesto de trabajo por estar de vacaciones o de baja por enfermedad o por algún tipo de incapacidad laboral. De tal manera que la jornada laboral ‘real’ se sitúa ya en los 36,2 horas semanales, es decir, más de una hora por debajo del objetivo del Ejecutivo.
España tiene un déficit crónico de productividad laboral cuya diferencia con la UE sigue agravándose
La señora vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, está empeñada en que trabajemos menos pero a este paso nos va a obligar a trabajar más horas. Hay más y es peor. Como el PIB crece, estimulado por el consumo que proporciona el espectáculo del turismo y la enorme generosidad del gasto público y, a la vez, se trabajan menos horas, el PIB por hora trabajada aumenta también. Pero como el número total de trabajadores sube el PIB real por ocupado lleva tres meses en descenso.
Conclusión: España tiene un déficit crónico de productividad laboral como denuncian los investigadores de Fedea y el servicio de estudios de BBVA. Un déficit cuya diferencia con Europa se agranda y se agrava cada año, y eso que el déficit de productividad también aqueja a Europa, lo que se ve bien cuando se compraran sus datos con los de los registrados en los Estados Unidos.