Inma Castilla de Cortázar

  • Es un enigma prever qué estrategia verá la luz en la maquiavélica mente de Sánchez para salir del laberinto en el que se ha introducido con tan peligrosas compañías, que se necesitan mutuamente

El acorralamiento de Sánchez por los hechos que apuntan a una corrupción sin precedentes le llevó a un amago de dimisión seguido de un intento de movilización de sus cargos públicos, aunque algunos lemas de aquellas convocatorias no fueran propios de individuos con responsabilidades públicas como los que increpaban a los periodistas independientes o a los jueces, por ejemplo, aquel «el totalitarismo se viste de toga» que ponía de manifiesto la más absoluta pérdida de la cordura democrática. Este desafortunado episodio ha quedado atrás, aunque el callejón sin salida de Sánchez, incluso por circunstancias aparentemente positivas como la victoria en Cataluña, sigue siendo una realidad constatable y -sin duda- merecida.

En las pasadas elecciones –ésas en las que no votó uno de cada dos catalanes y viceversa– el triunfo de Salvador Illa es indiscutible (mientras Junts no logre demostrar lo contrario), tan indiscutible como el fracaso de ERC. Sin embargo, hay al menos dos elementos en los que convendría reflexionar: el primero, el impacto de la inmigración en los resultados electorales y el segundo, la disyuntiva de Sánchez ante el buen resultado del PSC.